AUGE DE LA ULTRADERECHA EN EUROPA

Discursos ultranacionalistas y xenófobos

La Hungría de Orbán y la Polonia de Kaczynski encabezan la deriva antirefugiados del continente

CARLES PLANAS BOU / BERLÍN

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Llegar a Turquía, escapar por el Egeo, aterrizar en las costas griegas y huir hacia el norte a través de los Balcanes. La principal ruta de los refugiados para llegar a la Europa del bienestar estaba clara hasta que su sueño se quebró en Hungría cuando el primer ministro Viktor Orbán selló la frontera sur con alambre de espino.

“Tenemos derecho a no querer vivir con los musulmanes”, confesó. Criminalizó al islam y Bruselas se puso las manos en la cabeza pero la opinión pública interna lo respaldó. Su agresividad contra los refugiados relanzó su imagen férrea, pero esos tics autoritarios vienen de lejos.

"Los sentimientos xenófobos en Hungría son fuertes en la opinión pública desde hace décadas y Orbán está sacando partido de ello. Quiere que los votantes se fijen en el enemigo, los refugiados, y no en sus políticas y escándalos", apunta András Bíró-Nagy, director del 'think-tank' húngaro Policy Solutions. 

Dos mayorías absolutas aplastantes han permitido a Orbán hacer y deshacer a su antojo. Prueba de ello es su reforma constitucional del 2013, que impulsó bajo un pretexto anticomunista y le permitió limitar el poder del sistema judicial, la libertad de expresión de los medios de comunicación y marginar a la comunidad homosexual de las ayudas públicas.

Como con los refugiados, la UE empezó denunciando las prácticas totalitarias de Orbán y terminó claudicando para olvidarse de Hungría.

Polonia amenaza con seguir la misma senda. El característico nacionalismo y conservadurismo del este continental se ha visto reforzado con la llegada de refugiados, que ha proporcionado un relato ideal para impulsar medidas autoritarias.

REFORMA CONSTITUCIONAL

El octubre el ultraconservador partido de Jaroslaw Kaczynski recuperó una mayoría absoluta que le ha permitido impulsar una reforma de la Constitución a la húngara para apropiarse más poderes, dar la espalda a las directrices de Europa y hacerse fuerte a base de la xenofobia.

"A diferencia del Fidesz (Orbán), el Partido Ley y Justicia (Kaczynski) no forma parte del Partido Popular Europeo y eso ha hecho que la reacción de Bruselas sea más rápida y contundente", remarca Bíró-Nagy.

La adopción de esa retórica en países vecinos como Serbia, Eslovenia, Croacia o Macedonia ilustra su éxito. Eslovaquia es el último ejemplo. Los comicios del pasado 6 de marzo dibujaron un Parlamento ampliamente xenófobo en el que entraron con fuerza la ultraderecha y los neonazis. 

En la República Checa, denunciada por la ONU por su trato degradante sistemático a los refugiados, su presidente Milos Zeman alertó en el discurso navideño de que se acercaba una “invasión organizada”. La retórica de Orbán ha llegado muy lejos.