'Satisfaction' total en La Habana

IDOYA NOAIN (LA HABANA / ENVIADA ESPECIAL)

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Habrá un antes y un después del concierto de los Rolling Stones en Cuba. Los rockeros británicos contarán en un historial que empezó tres años después de que triunfara la revolución cubana con el hito de haber sido la primera banda legendaria que ofreció un macroconcierto en una isla donde son muchos los sedientos de algo más que discusiones políticas, ideológicas o económicas.

Vendrán otros, o al menos eso ya se planea y se da por seguro. Pero son sobre todo los cientos de miles de cubanos de todas las generaciones que se entregaron junto a hordas de turistas al histórico y vibrante espectáculo con una mezcla de asombro, disfrute y pasión quienes se resisten a que sea ningún tipo de punto final lo que ha empezó este viernes  en la Ciudad Deportiva de La Habana a ritmo de 'Jumpin Jack Flash' y terminó dos horas y media después con  '(I can’t get no) Satisfaction'.

"Demasiado tiempo esperando"

“Esto es espectacular, un fenómeno cultural, y puede abrir puertas que han estado cerradas mucho tiempo”, decía Evelín Sosa, productora del grupo de salsa Cubaneo que no dejaba de bailar mientras Mick Jagger, Keith Richards, Ronnie Wood, Charlie Watts y su banda daban todo en el escenario. “Necesitamos no solo información sino ver lo que acontece. Nos lo merecemos. Hemos estado demasiado tiempo esperando”.

Ese ha sido un tiempo sin normas de censura musical selladas en papel pero grabadas a fuego en la experiencia,

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idiosincrasia cubana que el propio Jagger reflejó. “Sabemos que durante un tiempo era difícil escuchar nuestra música”, dijo en español.  “Pero aquí estamos”, añadió

Jagger repitió la frase que dijo nada más poner pie en Cuba, ese “las cosas están cambiando” que sale de boca de muchos cubanos. Gente como Pedro Manuel Redondo, un médico de 51 años:“Los Rolling Stones son como ángeles caídos del cielo. Igual que ellos nunca han perdido su espíritu rebelde yo nunca perdí la esperanza. Te recuerdan que mientras haya vida hay esperanza. Lo absurdo no puede ser eterno”.

Las banderas de Cuba y EEUU

Tras el concierto laten elementos evidentemente políticos de los que algunos quieren huir, como Beilde Rodríguez Domenech, un artista plástico que ha estado en el concierto con una mujer estadounidense de padres cubanos emigrados y que dejaba una imagen hasta hace no mucho impensable, con un palito en el que iban anudadas juntas las banderas de Cuba y Estados Unidos. Al ser preguntado por el gesto, o por la tardanza en tener la oportunidad de ver a sus satánicas majestades, se limitaba a decir. “Hoy no contesto esa pregunta, eso mañana. Hoy es sobre otra cosa”.

El alcance político de la actuación es, no obstante, innegable, y así se lo ha reconocido a EL PERIÓDICO Tim Cole, el embajador del Reino Unido en Cuba. “Esto es parte de la apertura de Cuba”, ha dicho. “Los cubanos se sienten menos aislados, más parte no solo del mundo del rock and roll, sino del mundo. Y esto es una banda de rock, esto es sobre música y celebración cultural, pero es muy importante políticamente y representa esa apertura.”

Jilena, una veinteañera asistente de dirección de teatro que fuede las pocas que demostró saberse las letras de los Stones, aseguraba que lo que estaba viendo “demuestra que la música va más allá de la política”. Se rendía al “derroche de arte” de Jagger y compañía. Hablaba de “un regalazo” refiriéndose al hecho de que el concierto fuera gratuito, pero podría sumar que los Stones, que han pagado el acontecimiento, van a dejar también como donación a Cuba todo el equipo de sonido. “Es algo nuevo, diferente y muy bueno que nos pasa”, decía. “Nos va haciendo un país más normal”.

La multitud que al final se las vio, deseó y caminó para abandonar el concierto al aire libre fue un público “chévere”, como les dijo Jagger, que casi siempre habló en español y ha dado las “gracias a Cuba por toda la buena música que ha regalado al mundo”. Fue también un público tranquilo y, sobre todo, un público consciente de que estaba presenciando algo histórico.