Merkel pactó el acuerdo con Turquía a espaldas de la UE

Merkel y Rutte se convirtieron en los anfitriones de un principio de acuerdo que deberá ahora concretarse el 17 y 18 de marzo

REUNIÓN ESPECIAL CON TURQUÍA

REUNIÓN ESPECIAL CON TURQUÍA / H0 bjw CB

SILVIA MARTINEZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La crisis de los refugiados se ha convertido en una incómoda piedra en el zapato de la canciller alemana, Angela MerkelAngela Merkel, la dirigente que más manda en Europa. Un problema que le sigue pasando factura política en casa, y que con una popularidad en picado y unas elecciones en el 2017 no pierde de vista. Merkel necesitaba cerrar la cumbre UE-Turquía este pasado lunes con un relativo éxito y optó por puentear al mismísimo presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, para conseguirlo.

Con cara cansada, tras más de 12 horas de negociaciones ininterrumpidas, la todopoderosa canciller comparecía para explicar sin ningún tipo de rubor que el plan diseñado para instaurar las devoluciones masivas de refugiados a TurquíaTurquía, a cambio de importantes concesiones económicas y políticas, tiene el sello de Ankara. Merkel está acostumbrada a dirigir a su antojo el destino de las discusiones y el lunes volvió a conseguirlo.

“Esta propuesta fue presentada exclusivamente por los turcos y tuvimos ocasión de discutirla el domingo. El plan vino de Turquía y si es aplicado es un salto cualitativo”, se justificaba negando ser la autora moral de la iniciativa y dando todo el crédito al gobierno del autoritario y polémico, Recep Tayyip Erdogan. La sensación generalizada en el Consejo, sin embargo, es que nada se mueve sin que Merkel lo permita y que el origen de este radical sistema para expulsar a territorio turco a los refugiados, sirios y no sirios, está mucho más cerca, en el corazón de Europa.

La idea de repatriar a todo aquel que llegue a territorio comunitario no es nueva. Hace meses que el primer ministro holandés, Mark Rutte, sugirió esta posibilidad con el objetivo de reducir a cero las llegadas. De ahí, quizás, que fueran precisamente Merkel y Rutte, quien lidera la presidencia rotatoria de la UE, los dos únicos dirigentes europeos invitados en petit comité a cenar con el primer ministro, Ahmed Davutoglu, en la embajada de Turquía el domingo. La reunión se prolongó nada menos que seis horas, hasta las tres de la madrugada, permitió a Ankara preparar el terreno y, sobre todo, ganarse a dos de los anfitriones de la cumbre para su causa.

Merkel está convencida de que la única forma de ordenar el flujo migratorio es pactando con Turquía y Rutte que es necesario reducir los flujos. Cueste lo que cueste. Así que junto con Rutte hizo campaña el lunes para dar el pacto por consumado. La cancillera llegó pronto a la sede del Consejo para presentar el contenido de las demandas turcas en algunos encuentros bilaterales antes del almuerzo con Davutoglu.

La reacción fue de desconcierto. Por el contenido y las dudas que generan muchas de las ideas, y porque anula el trabajo desarrollado en la última semana por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que se ha pasado semanas de gira por los países de la ruta de los Balcanes occidentales y Turquía. “Con ese plan ganan los tres”, opinan fuentes europeas, “pero supone una puñalada para Tusk y también para el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker”.

Aunque de momento no todo esta cerrado y hay numerosas delegaciones que han planteado dudas por diversos motivos, Merkel ha conseguido de momento encajar todas y cada una de las exigencias turcas en la declaración política. Y de paso sortear el papel de Tusk y marcarle muy estrechamente el carril por donde deberá trabajar de aquí a la cumbre del 17 y 18 de marzo. Hasta entonces quedan diez días para saber qué precio está dispuesto a pagar Europa por cerrar un matrimonio de conveniencia con un país que cierra periódicos, encarcela periodistas y genera tantas preocupaciones en materia de respecto de derechos humanos.