GUERRA CIVIL EN ORIENTE PRÓXIMO

La intervención de Rusia ha evitado el colapso del régimen de Asad

Las oenegés advierten a Rusia que su campaña de bombardeos aéreos constituye un "crimen de guerra"

Restos de los desperfectos provocados por ataque aéreo de las fuerzas leales a Asad, en Duma (afueras de Damasco), el 27 de enero.

Restos de los desperfectos provocados por ataque aéreo de las fuerzas leales a Asad, en Duma (afueras de Damasco), el 27 de enero. / periodico

MARC MARGINEDAS / MOSCÚ

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En ese tablero de ajedrez en que se ha convertido Siria, país de tamaño medio de 185.000 kilómetros cuadrados donde potencias regionales y mundiales libran sus litigios particulares, un suceso reciente ha quebrado la dinámica de la guerra. En verano, la presión sobre el régimen de Bashar el Asad se estaba haciendo cada vez más intensa, y algunos observadores llegaban a agurar un lento y progresivo desplome. La aritmética de la guerra se iba poco a poco imponiendo, y hacía cada vez más difícil para las tropas gubernamentales y sus aliados, defensoras de los intereses de la minoría alauí -un 11% de la población- combatir con eficacia a los grupos armados rebeldes, que cuentan con el respaldo de la mayoría suní, entre el 70% y el 75% de los sirios. 

En Siria, el balance es más que desolador. Casi cinco años de guerra civil han provocado ya más de 300.000 muertos, más de cuatro millones de refugiados y siete millones de desplazados. Durante este tiempo, además, el Estado Islámico se ha fortalecido en el país, ocupando grandes extensiones de territorio y estableciendo en Raqqa su propia capital de facto.

La decisión de Rusia de participar directamente en la guerra ha transformado el panorama sobre el terreno. Los ataques aéreos llevados a cabo por los bombarderos estratégicos, los aviones de ataque a tierra y los cazas rusos han mejorado para el régimen sirio la situación en el campo de batalla.

Todo ello se reflejará a buen seguro en la mesa de negociación de Ginebra, concediendo mejores bazas negociadoras a los representantes de Damasco. Aunque eso sí, la campaña militar rusa, coinciden los observadores, no permite a Asad aspirar a retomar el control de todo el país, perdido en las primeras fases de la guerra, o incluso aliviar la presión internacional sobre su persona para que abandone el poder. De hecho, el Financial Times informó recientemente de que el difunto jefe del servicio de inteligencia militar ruso (GRU), Igor Sergun, enviado por el presidente Vladímir Putin a Siria, pidió a Asad que se hiciera a un lado, un extremo, eso sí, desmentido por el Kremlin.   

REABRIR LA CARRETERA

La intervención militar rusa ha permitido "reabrir la carretera desde Hama hasta el oeste de Alepo, poniendo fin al asedio de los barrios (de la segunda ciudad siria) bajo control gubernamental", ha materializado la reconquista, por parte de las tropas gubernamentales, "de gran parte de la provincia de Latakia", donde se concentra la minoría alauí, y "ha reforzado el control de Asad sobre las ciudades de Homs y Hama", garantizando así  "las rutas de abastecimiento" que por ella circulan, escribe Juan Cole, profesor de Historia en la universidad de Michigan.

Todo apunta a que estos avances sobre el terreno para Damasco y sus aliados se han hecho a expensas de las vidas de centenares de civiles. Amnistía Internacional (AI) formuló en diciembre duras acusaciones contra Moscú, calificando sus acciones militares en el país árabe desde octubre, fecha del inicio de los bombardeos, de "probable crimen de guerra". "Algunos ataques aéreos rusos parecen estar dirigidos directamente hacia civiles u objetivos civiles, ya que se han bombardeado áreas residenciales, incluso con instalaciones médicas, donde no había objetivos militares", reveló entonces Philip Luther, director del programa para Oriente Próximo y el Norte de África de AI.

Human Rights Watch fue más allá y recriminó a Rusia haber utilizado en Siria bombas de racimo, un tipo de munición que, al abrirse, libera centenares de pequeñas bombas, algunas de las cuales no explotan y quedan enterradas en tierra, generando un efecto similar al de las minas antipersona. Estas organiaciones calculan que dos centenares de personashan muerto debido a los ataques rusos.