Venezuela, en vilo por los dos últimos diputados

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ABEL GILBERT / CARACAS / Enviado especial

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En la madrugada del martes, el Consejo Nacional Electoral (CNE) le asignó 110 escaños a la Mesa de Unidad Democrática (MUD) y 55 al chavismo. Faltan por ser adjudicados dos asientos para que se termine de dibujar el mapa completo de la Asamblea Nacional. Pero esa demora está lejos de ser inocente. Si la MUD, como asegura, es la dueña de esos lugares, la oposición tendrá los dos tercios del Parlamento tan temidos por el Gobierno. En lo simbólico, eso supondrá la existencia de un doble poder político en un país que, por 17 años, fue liderado por Hugo Chávez o, tras el fallecimiento del comandante bolivariano, por unos herederos de dudosa pericia administrativa.

La MUD consideraba ayer un hecho consumado el crecimiento a 112 escaños de su representación parlamentaria. Si finalmente se confirma esa relación de fuerzas en la Asamblea, con su mayoría calificada podrá modificar leyes orgánicas, tomar la iniciativa de convocar a una Asamblea Constituyente, designar a los integrantes del CNE, remover miembros del Tribunal Supremo. La diputada electa por la MUD Delsa Solórzano pidió a las autoridades de la CNE que no se demoren en divulgar los datos que faltan. “Es una lástima que no sepan leer los resultados y no entiendan que hay un pueblo que decidió cambiar", dijo Solórzano anunció ya cuál será su próximo proyecto, uno que, de entrada, sacará chispas entre la oposición y el Gobierno: una ley de amnistía para los presos políticos.

El chavismo no sale de su perplejidad por las transformaciones que se pondrán en marcha el 6 de enero cuando entre en funciones la nueva legislatura. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, le habló en la noche del lunes a su base social. De un lado, parecía minimizar lo que había ocurrido pero, súbitamente, su voz se tensaba, los ojos enardecían, y esas modificaciones daban cuenta de que la realidad se imponía sobre la retórica y la formalidad.

Maduro instó a unir más a los militares con el pueblo frente a cualquier contingencia. Llamó a su vez a un debate interno para “fortalecer la revolución” y “buscar soluciones a los asuntos del país”. No es tiempo, advirtió, para que el pueblo “se autoflagele” porque eso es “lo que quiere la embajada gringa”. De las elecciones, de lo que supuso, de las reubicaciones que se insinúan en el horizonte, de los inevitables interlocutores en el Congreso, no dijo nada. Al menos en público. Solo confesó llevar “un dolor por este revés electoral” y por el “daño” que le ha causado “la burguesía al pueblo”, no solo en lo económico. “Confundió a importantes sectores de nuestro pueblo”, denunció.

En este contexto comienzan a emerger las primeras reflexiones sobre una elección que no dejará nada como antes. “Los venezolanos no votaron por otra revolución: votaron por un cambio. Es evidente que la oposición logró capitalizar electoralmente un enorme descontento, con una economía que en los últimos años prácticamente ha perdido casi un cuarto del PI. Que queda por verse si ese capital electoral lo logran convertir en un gran capital político”, señaló Michael Penfold, Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia.

Miguel Pizarro, uno de los dirigentes más jóvenes y prometedores de Primero Justicia, el partido al que pertenece el líder opositor Henrique Capriles, cree lo mismo. Los números de la votación del domingo no representan un “cheque en blanco” y obligan a ser muy responsables “en la búsqueda de soluciones: nos corresponde demostrar que somos confiables”. El momento, añadió, exige evitar “la pelea estéril y la diatriba política”. No hay que olvidar, añade, que fue el descontento de la base social chavista ante la debacle económica “el que ha hecho que una parte del electorado nos vea por primera vez como una opción”.

La MUD es una amplia coalición de casi 30 partidos más unida por el espanto que el amor. Los juntó el chavismo y la constatación de que era imposible derrotarlo sin una amplia alianza. De acuerdo con el analista Fernando Mires, conviven en su interior posiciones de la izquierda clásica, centristas, liberales, “hasta llegar a una delgada capa de derecha contagiada con la lógica polarizada del chavismo”. La MUD está atravesada por fuertes liderazgos que atraviesan partidos y programas: el de Leopoldo López, predominantemente juvenil y urbano, y  el democrático y popular que encabeza Henrique Capriles.

DOS ESTRATEGIAS EN LA MUD

Hay otra línea, hoy más imperceptible, que separa a todos. Por una parye, los que quieren hacer 'cortar' ya la cabeza de Maduro y, por otro, los que piensan que eso es saltar al precipicio y activar la bomba del conflicto social. Ahora, seguidores de ambas posturas se abrazan y felicitan mutuamente. Pero esas divergencias no tardarán en salir.

El economista venezolano Francisco Ibarra Bravo confía en que se impondrá la estrategia que tiene su hoja de ruta en el modo como se pilotaron las transiciones chilena y española. “Si eso ocurre, habrá sido el triunfo de la madurez política”, le dijo a este enviado.

O DIÁLOGO O LA GUERRA, AVISAN LOS EXPERTOS

Por lo pronto, la consultora Datanálisis, la misma que auguró el arrollador triunfo de la MUD realizó el mismo lunes una encuesta relámpago. “¿Qué pasará si la oposición gana la mayoría calificada de diputados?”, preguntó. Un 48% de las personas respondió: “Empezaría a promover un referendo revocatorio”. Mientras, otro 44% “aguarda que la oposición promueva negociaciones con el Gobierno".

José Antonio Gil Yepes, el presidente de Datanálisi, consideró que Maduro necesita entender que el voto del domingo fue “equivalente a un plebiscito sobre las políticas económicas, las cuales resultarán rechazadas por cerca de un 70%. Por lo que le conviene negociar dichos cambios con la oposición para compartir responsabilidades y disponer de mucha legitimidad”. Lo otro, dijo, es la guerra.