ELECCIONES REGIONALES EN FRANCIA

Béziers, el laboratorio de la ultraderecha francesa

Marine Le Pen, en un acto del Frente Nacional en Béziers, en mayo del 2014.

Marine Le Pen, en un acto del Frente Nacional en Béziers, en mayo del 2014. / AFP / SYLVAIN THOMAS

EVA CANTÓN / BÉZIERS (ENVIADA ESPECIAL)

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Desde la explanada de la catedral de Saint Nazaire de Béziers hay una vista excelente sobre el río Orb, el Canal de Midi y un paisaje brillante de viñedos regado por la luz mediterránea. Como en toda la región, en este pueblo de 72.000 habitantes situado al sur de Montpellier hay afición por los toros y el flamenco. Desde marzo del 2014 es, además, un campo de pruebas de la ultraderecha, que ha llegado a la alcaldía encarnada en Robert Ménard (Orán, 1953), periodista, católico y uno de los fundadores de Reporteros sin Fronteras, organización en la que militó hasta el 2008. Dio el salto a la política encabezando una formación independiente llamada ‘Choisir Béziers’ (Elegir Béziers), apoyada por el Frente Nacional. Su proyecto político es “recuperar el esplendor del pasado” pero no por nostalgia, dice, sino para que la gente esté “orgullosa” de su ciudad.

Paradójicamente, el antiguo defensor de periodistas tiene hoy una relación más que tirante con la prensa, a la que surte de polémicas con una inusitada frecuencia. La última fue anunciar una especie de ‘patrulla ciudadana’ para reforzar la seguridad con militares, policías y gendarmes retirados, una idea que le ha valido la llamada al orden de la Prefectura.

“Cuando proponemos medidas fuertes nos dicen que no. ¿Qué esperan, a que haya un nuevo atentado?”, argumenta el alcalde, tratando de forzar los límites del estado de excepción decretado en Francia tras los atentados del 13 de noviembre en París y Saint Denis. Muchos temen que la masacre yihadista le sirva de pretexto para exacerbar su deriva extremista.

“En Béziers hay una división ahora que no hubo en enero tras los atentados de Charlie Hebdo. Ménard ha roto la unidad, la cohesión”, señala Mehdi Roland, presidente de la asociación ‘Esprit Libre’ que ofrece apoyo escolar a hijos de inmigrantes en el barrio de La Devèze.

REFUGIADOS SIRIOS

A ese mismo barrio acudió el alcalde en persona el pasado mes de septiembre acompañado de la policía para decirle a un grupo de refugiados sirios que “no eran bienvenidos”. No ha sido la única actuación que saca de sus casillas a grupos políticos, asociaciones y ciudadanos opuestos a Ménard.

Su mandato está jalonado de provocaciones: estadísticas étnicas para determinar la tasa de escolares de confesión musulmana, toque de queda para los menores de 13 años en determinados barrios, sanciones para quien tienda ropa o escupa en la calle y un Belén en el Ayuntamiento que provoca la ira de la Liga de Defensa de los derechos por atentar contra la laicidad.

También puso en marcha una agresiva campaña con carteles publicitarios exhibiendo las nuevas pistolas de la policía municipal. Llegó incluso a declararle la guerra al kebab al prohibir la apertura en el centro de Béziers de locales de este tipo en nombre de la tradición judeocristiana.

“Es ridículo, risible, y peligroso, porque se ve que es ideológico. Se empieza estigmatizando un sándwich para terminar estigmatizando a una población no sólo de origen inmigrante sino pobre, porque la comida rápida es lo único que puede pagarse la gente aquí”, critica Roland, que augura un discurso cada vez más duro del alcalde a raíz de la matanza de París. De hecho, en un mitin reciente apoyando a la candidata del Frente Nacional en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, Marion Maréchal Le Pen, Ménard afirmó querer recuperar la Francia de Charles Martel, personaje célebre por haber expulsado al Ejército musulmán en Poitiers en el 732.

 “El escenario tras el 13-N le favorece”, admite la concejala socialista Dolores Roqué. A su juicio,  lo que pretende el polémico alcalde es “emprender una revolución cultural”. “Se ve a sí mismo como un ideólogo, como una referencia de la ultraderecha”, dice.

CALDO DE CULTIVO

Con un paro del 17% (el 35% entre los jóvenes), donde uno de cada cuatro habitantes vive bajo el umbral de la pobreza y que tiene el triste récord de ser la segunda ciudad francesa con el peor nivel de formación y un alto porcentaje de población de origen inmigrante, Béziers es un buen caldo de cultivo para el populismo. “Hay mucho racismo, porque la gente es pobre y se siente amenazada”, añade la concejala. 

“Ménard está más a la extrema derecha que el propio Frente Nacional. Es verdad que ha sido elegido y tiene la legitimidad, pero el problema es que está jugando con la legalidad republicana a base de una constante estrategia de la provocación”, añade Antonio Fulleda, militante socialista. Para el único edil comunista del consistorio, Aimé Couquet, Béziers es como un laboratorio. “Un experimento de la extrema derecha”.

El PERIÓDICO visitó la ciudad los días previos a los atentados de París y Saint Denis, cuando arrancaba la campaña de las regionales cuya primera vuelta se celebra este domingo y en las que el partido de Marine Le Pen encabeza las intenciones de voto en seis de las 13 regiones del mapa electoral francés.