Turquía ensangrentada

Las víctimas cubiertas con las pancartas de  la manifestación.

Las víctimas cubiertas con las pancartas de la manifestación.

JAVIER TRIANA
ESTAMBUL

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Al menos 97 personas murieron este sábado a consecuencia de dos explosiones que se produjeron en las horas previas a una marcha por la paz y la democracia en Ankara, lo que convierte el atentado -de autoría aún ignota- en el más mortífero en la historia de Turquía. El ministro turco de Sanidad, Mehmet Müezzinoglu, detalló que 62 de las víctimas fallecieron en el acto en el céntrico cruce capitalino cercano a la estación de tren en el que tuvieron lugar las explosiones, mientras que el resto sucumbieron a la gravedad de sus heridas en los hospitales a los que habían sido trasladados para recibir tratamiento. El número total de heridos ronda las 200 personas, 18 de las cuales fueron intervenidas quirúrgicamente y 28 de ellas en estado de gravedad, según Müezzionglu. El primer ministro turco en funciones, Ahmet Davutoglu, apuntó que hay «fuertes indicios» de que se trata de la obra de «dos atacantes suicidas» y decretó tres días de luto nacional.

El suceso ocurrió en torno a las 10:05 hora local (una hora menos en España) en un céntrico cruce de Ankara, donde se estaban congregando numerosos civiles con motivo de una manifestación bajo el lema Paz, Trabajo y Democracia convocada por sindicatos y grupos de izquierdas para pedir el fin del conflicto que desde julio han reactivado el Gobierno turco y el grupo armado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). El inicio de la manifestación estaba previsto a las 12 hora en la plaza de Sihhiye. De manera paralela, y sin conexión con el ataque de ayer, el PKK declaró un alto el fuego (salvo en caso de ser agredidos) hasta las próximas elecciones legislativas anticipadas, previstas para el 1 de noviembre.

Los estallidos ocurrieron en el lugar en el que se comenzaban a reunir simpatizantes del izquierdista y prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP), cuya irrupción en el Parlamento turco tras los comicios de junio arrebató la mayoría absoluta al gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista cada vez menos moderado y en el poder desde 2003). Su fundador, el ahora presidente Recep Tayyip Erdogan, calificó de «abominable» el ataque y aseguró que el objetivo es desunir del país. Fue el mimo mensaje que el enviado por el primer ministro en funciones, Ahmet Davutoglu. Pero una visión radicalmente distinta de la del colíder del HDP, Selahattin Demirtas: «Este ataque no tiene como objetivo al Estado ni la [ruptura de la] unidad nacional. Ha sido perpetrado por el Estado contra el pueblo». Asimismo, anunció la cancelación de todos los mítines electorales del HDP.

Censura parcial

Las redes sociales funcionaron de manera intermitente y se ha impuesto una censura parcial sobre la prensa, una medida habitual del Ejecutivo de Ankara de controlar el flujo de información en momentos de crisis. Las imágenes del lugar mostradas por televisión ofrecían crudas escenas de cuerpos sin vida y ensangrentados, caos y pánico. Algunos de los supervivientes, en sintonía con lo expresado por Demirtas, se manifestaron en la zona por lo ocurrido y llamaron a Erdogan «asesino», en un acto que fue dispersado por la Policía con tiros al aire y gas lacrimógeno.

Los organizadores de la marcha, cuatro sindicatos, han asegurado que no se detendrán en su empeño por lograr la paz en el ahora turbulento país eurasiático y han convocado una huelga general en todo el país para los días 12 y 13 de octubre.

El Estado Islámico

 Desde el pasado mes de junio, se han producido otros dos atentados que mantienen ciertas similitudes con lo acontecido ayer en Ankara: el primero, dos días antes de las elecciones del pasado 7 de junio, cuando un artefacto hizo explosión en un mitin del HDP en la localidad de mayoría kurda de Diyarbakir y dejó al menos muertos y un centenar de heridos. La persona detenida en relación con este suceso tenía vínculos con el Estado Islámico, según las autoridades.

El segundo ataque, en la frontera con Siria, en la localidad meridional turca de Suruç, el 20 de julio, cuando 32 jóvenes de la Federación de Asociaciones Juveniles Socialistas murieron en un explosión mientras se encontraban reunidos antes de partir hacia la siria Kobani para tratar de ayudar en la reconstrucción de ésta. En ese caso, se estableció que el autor había sido un yihadista turco suicida.