El motor de la revolución

El cuarteto se creó en el 2013, pero sus miembros fueron los que lideraron la revuelta contra Ben Alí

Los miembros del cuarteto, en una rueda de prensa en Túnez en el  2013

Los miembros del cuarteto, en una rueda de prensa en Túnez en el 2013

BEATRIZ MESA / RABAT

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No había marcha atrás. Eran los primeros días de enero del 2011 y el entonces presidente de Túnez, el dictador Zine El Abidine Ben Alí, estaba en la cuerda floja. Los tunecinos se habían echado a la calle para acabar con su régimen de terror. La revuelta, que provocó la huida de Ben Alí y la caída de la dictadura, se saldó con la muerte de más de 300 personas.

Aunque el cuarteto se constituyó en el 2013 para mediar en las negociaciones entre los liberales y los islamistas con el fin de sacar al país de una profunda crisis política, sus integrantes fueron los que encabezaron, avalaron y fraguaron la revolución popular de los jazmines.

Los líderes del cuarteto empujaron el histórico cambio de Túnez. Su mediación durante el proceso de cambio en el país magrebí fue crucial para evitar que los enfrentamientos políticos entre los movimientos islamistas, de izquierdas y liberales, en el 2013, acabaran con la revolución soñada.

El cuarteto logró lo que ninguna otra revuelta árabe consiguió: transitar hacia la democracia y la dignidad, obligando a todos los líderes políticos a sentarse alrededor de una mesa para alcanzar un Gobierno de unidad nacional.

El cuarteto tiene nombres y apellidos y desde ayer quedarán en los anales de la historia del Nobel de la Paz: son la histórica central sindical Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), la patronal UTICA (Unión Tunecina de la Industria del Comercio y de la Artesanía) y el colectivo de abogados tunecinos, así como la Liga Tunecina de Derechos del Hombre (LTDH).

Todos se agarraron de una sola mano, superando los asesinatos de dos líderes de izquierda y una sociedad polarizada entre laicos y islamistas, para actuar como motor de movilización de líderes políticos.

Meses de sudor

Tras largos meses de sudor, los premiados consiguieron que los sectores enfrentados se pusieran de acuerdo en un asunto crucial del que dependía el futuro de Túnez: la Constitución. Se adoptó el 24 de enero del 2014 y representó un texto vanguardista y revolucionario comparado con el resto de los países vecinos del Magreb.

Se lograron importantes consensos. La Carta Magna estipula que el islam es la religión oficial de los tunecinos, pero no del Estado, preservando así la laicidad heredada de los tiempos del régimen de Habib Burguiba, el primer líder de un país árabe que puso a la mujer en igualdad con respecto al hombre gracias a un código de la familia que abrió la época dorada para la condición femenina, marcando la excepción en el mundo árabe musulmán.

«El Cuarteto de Diálogo Nacional Tunecino nos permitirá la continuación de la construcción de la transición democrática, a pesar de las dificultades encontradas con el terrorismo y una situación económica muy difícil», aseguró a EL PERIÓDICO Hichem Elloumi, vicepresidente de la Patronal, UTICA, quien manifestó su alegría por el premio.

«Esta distinción es muy importante para Túnez y el resto del mundo árabe, porque en algunos países la primavera árabe tomó derivas terribles, con consecuencias muy trágicas. Túnez es el único país que ha logrado esta transición y, por ello, apreciamos mucho la distinción».

Y añadió: «Túnez está hoy de fiesta y esa imagen es la que se proyectará al mundo como un país pacífico, de paz, y no atrapado por el terror de los extremistas».