El Papa lleva a EEUU un mensaje de izquierdas

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

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Pocos escenarios son políticamente tan complicados como el Congreso de EEUU. Pero el primer Papa de la historia en dirigirse al hemiciclo supo atravesar ayer ese campo de minas sin renunciar a su estilo ni a terciar sobre los grandes asuntos candentes del mundo. Francisco pidió a los congresistas que olviden su legendaria polarización para trabajar por el bien común y contribuir a solucionar los problemas acuciantes del mundo. Las ideas progresistas dominaron su discurso, aunque tuvo gestos para los dos partidos. Y al acabar, en lugar de quedarse a comer con los políticos más poderosos del mundo, se fue más tarde a almorzar con indigentes.

Parte del mensaje de su apostolado lleva una crítica implícita a los excesos del modo de vida americano y las veleidades imperialistas de su política exterior. El reto, por tanto, era mayúsculo. Pero, con un discurso en inglés, Francisco supo tejer con inteligencia para que sus palabras no resultasen ofensivas. «Hagan ustedes con los demás como quieren que los demás hagan con ustedes», dijo invocando una de las máximas bíblicas. «Queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades». Mucho más explícito fue al defender la inmigración y la necesidad de combatir el cambio climático, del que dijo que  «tiene raíces humanas». Esa constatación científica es anatema para la mayoría de republicanos. Uno de ellos incluso llegó a boicotear el discurso por las posiciones del Papa al respecto.

Su defensa de los inmigrantes resonó con intensidad en Washington debido al momento político en el que se produce, cuando varios candidatos republicanos a la presidencia abogan por levantar un muro en la frontera mexicana. «Nosotros, que pertenecemos a este continente, nos nos asustamos de los extranjeros porque también nosotros fuimos extranjeros un día», afirmó tras recordarles a los congresistas que muchos descienden de inmigrantes. Se acordó además de los pueblos indígenas, «cuyos derechos no siempre fueron respetados», y hizo un llamamiento a ser generosos con los millones de refugiados expulsados de sus países por la guerra.

EXPORTADOR DE ARMAS / EEUU es el mayor exportador de armas del mundo. Y Bergoglio, que alabó los esfuerzos del presidente Barack Obama para «superar las diferencias históricas» con Irán o Cuba, lanzó una de esas preguntas de las que nadie quiere hablar. ¿Por qué se siguen vendiendo armas a toda clase de regímenes despóticos y a grupos de dudosa integridad? «La respuesta, como todos sabemos, es simplemente el dinero, dinero bañado en sangre, a menudo en sangre inocente». El fin de la pena de muerte tampoco tiene demasiados partidario en el Congreso, pero el Papa pidió su abolición global.

El hemiciclo le escuchó con respeto, emoción y varias ovaciones en pie, especialmente desde las bancadas demócratas. EEUU ya no es aquel país de los años 60 en el que John Fitzgerald Kennedy tuvo que llegar a prometer que no aceptaría órdenes del Papa para aplacar las sospechas del electorado y conquistar la presidencia. Un tercio de los congresistas y un cuarto de los senadores son católicos, incluidos los dos hombres que ayer presidieron la sesión, el vicepresidente, Joe Biden, y el líder republicano en la Cámara baja, John Boehner, quien formuló la invitación a Francisco.

Para los conservadores, Francisco también tuvo gestos al defender la libertad religiosa y asegurar que la familia y el matrimonio están más amenazados que nunca, en alusión posiblemente al matrimonio homosexual. Pero la mayor ovación la recibió al afirmar que «tenemos que custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo». Así lo sostiene la doctrina católica, pero para los conservadores es un gran apoyo cuando tratan de dejar sin fondos a una red de clínicas reproductivas y abortistas que sirven a la población más pobre.

De los pobres también se acordó el Papa. «Es necesario darles esperanza», dijo antes de precisar que no deben quedar marginados del proceso de «creación y distribución de la riqueza». Después se fue a arropar a unos 300 indigentes, jornaleros e inmigrantes a la Iglesia de San Patricio. «El hijo de Dios también vino a este mundo como una persona sin techo», les dijo.