Macedonia abre la puerta

Las autoridades del país balcánico optan por dejar cruzar la frontera a 4.000 refugiados

Migrants breaking through the cordon of Macedonian special police forces to cross in Macedonia

Migrants breaking through the cordon of Macedonian special police forces to cross in Macedonia / gl/mpc

EL PERIÓDICO / GEVJELIJA

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Después de la tormenta de esta semana, cuando la policía usó gases lacrimógenos para mantener al enorme flujo de refugiados lejos de su territorio, en la exrepública yugoslava de Macedonia reina la calma. Esto, sin embargo, no significa que la avalancha de personas que intentan entrar en el espacio Schengen haya disminuido: la guerra sigue en Siria y, en consecuencia, los refugiados continúan buscando un lugar donde no tengan que preocuparse y arriesgarse a morir por los bombardeos contra inocentes de unos y las matanzas indiscriminadas de otros.

Durante toda la jornada de ayer, según las autoridades macedonias, entraron en el país desde Grecia unas 4.000 personas. La Policía ha cambiado su actitud hacia los refugiados: ahora, después de las críticas de la ONU, los agentes de seguridad permiten que el desplazamiento de personas fluya de forma paulatina, sin crear grandes aglomeraciones ni motivos para los disturbios.

Por la frontera con Serbia, situada al norte, salieron ayer entre 6.000 y 8.000 personas, informó la Cruz Roja. Sin embargo, el camino que falta es largo: de Serbia, los refugiados tienen que llegar a Hungría —traspasando la valla de 175 kilómetros que ha levantado el líder populista Viktor Orban—, desde donde podrán llegar a Alemania, el destino final de la mayoría.

Paquete de víveres

Las familias que aún esperan en territorio macedonio reciben ayudas en forma de comida, agua y medicinas proporcionados por la Cruz Roja, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y colectivos locales.

«La gran mayoría de los refugiados tiene la intención solo de transitar por Macedonia y Serbia. Su destino es Alemania y Suecia, donde tienen ya sus comunidades, parientes y amigos», ha explicado Mirjana Milenkovski, portavoz de ACNUR en Serbia, uno de las pocas organizaciones que, a falta de una estructura gubernamental que se haga cargo de la ayuda humanitaria a las personas que cruzan los Balcanes, intenta ofrecer algún tipo de asistencia. Ante la situación, el Gobierno macedonio ha asegurado haber empezado la construcción de un centro de recepción donde los refugiados puedan alojarse temporalmente.

Además, el ministro de Exteriores del país, Nikola Popovski, aprovechó ayer para pedir, en tanto que país afectado por esta crisis migratoria, más ayudas para Macedonia por parte de la UE. «Esperamos que Bruselas tenga en cuenta que somos parte de la ruta de los refugiados y que, independientemente de que no seamos miembros de la Unión, tengamos un trato igual al resto», dijo el ministro.

Pero aunque el país se encuentre en una situación más tranquila, la crisis dista enormemente de llegar a su fin. De hecho, el pasado jueves, Macedonia decretó el estado de emergencia en sus fronteras y desplegó el Ejército en las zonas. Tan solo ayer, más de 2.000 refugiados llegaron a las islas griegas del mar Egeo, donde otros miles esperan para llegar a Atenas, donde otros miles buscan partir hacia Tesalónica, desde donde, tras un largo trayecto a pie, intentarán entrar ilegalmente en Macedonia.

Mientras tanto, Siria, el país de origen de la mayoría de refugiados que entran en Europa, se está vaciando. Al menos cuatro millones de personas han huido, de los cuales dos están en Turquía. Antes de la guerra había 23 millones de habitantes. Hace un año, la última vez que la ONU pudo recopilar algunos datos, quedaban 17 millones. Ahora son muchos menos.