La crisis rusa hace estragos

Dos hombres ante un panel que muestra el cambio del rublo en Moscú.

Dos hombres ante un panel que muestra el cambio del rublo en Moscú.

MARC MARGINEDAS
MOSCÚ

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Durante cuatro décadas, Yelena Mijailova ha enseñado filosofía a sucesivas generaciones de alumnos soviéticos y rusos. Y con grandes cuotas de nostalgia, arrostra el momento actual que vive su país. «En mis tiempos, un pensionista era alguien al que se respetaba», alguien al que la sociedad «agradecía» los servicios prestados, lamenta. Ahora, con una pensión de 12.000 rublos (166 euros) que, según critica, las autoridades no actualizan «al ritmo» al que sube la inflación, tiene que mirar hasta el último kopek que gasta cuando acude al supermercado, una vez por semana. Yelenauna de los más de 43 millones de jubilados que residen en Rusia, forma parte del segmento más expuesto de la sociedad rusa, aquél que está sufriendo con mayor intensidad los embates de una crisis económica a la que, por el momento y de acuerdo con las últimas previsiones gubernamentales, no se vislumbra salida.

«El precio de algunos productos que compro se han multiplicado por dos; otros, como mínimo, han subido el 20%», se queja Yelena. En el 2012, cuando la economía rusa crecía a unas tasas anuales del 4%, la pensión media era de 9.800 rublos, que, al cambio de entonces, equivalían a 253 euros. La enorme depreciación que ha sufrido la divisa rusa desde el pasado invierno, que ha perdido más de un 30% de su valor, es la principal responsable de la pérdida de capacidad adquisitiva de Yelena, quien, ante las estrecheces actuales, ha desarrollado una suerte de mentalidad de asedio: «Estamos sufriendo esto porque nos enfrentamos a EEUU y a Europa».

La carga de los medicamentos

Izabella Nikolayevna, también pensionista y también residente en el centro de Moscú, no está corriendo una suerte dispar a la de Yelena. Sus ingresos anuales procedentes de la jubilación son algo mayores y ascienden a unos 14.000 rublos, pero la inflación, que desde enero crece a un ritmo superior al 15% anual, está devorando su capacidad adquisitiva. Los gastos médicos se han convertido en una carga difícil de sobrellevar. «Los medicamentos se llevan una parte importante de mi pensión», se aflige. Recientemente tuvo que ser operada y pagar «50.000 rublos». Los jubilados rusos, para recibir atención médica, deben acudir por su propio pie al médico, y esperar en las colas durante horas.

Prosperidad acumulada

Desde principios de la pasada década, y con la única excepción del 2009, la economía de Rusia, amparada por unos elevados precios del petróleo, creció, hasta el 2013, a tasas que oscilaban entre el 4% y el 8%, permitiendo que el país pasara definitivamentela página del hundimiento económico que conllevó la desintegración de la URSS. Esta prosperidad permitió corregir situaciones dramáticas como la que vivían los jubilados , cuya pensión media, en 1999, era de 750 rublos, que, al cambio de entonces, equivalían a entre 33 y 36 dólares.

En Rusia, la edad de jubilación es de 60 años para los hombres y de 55 para las mujeres. Hasta hace poco, el presidente Vladímir Putin se resistía a cualquier propuesta de incrementarla. Sin embargo, en abril, y dadas las estrecheces actuales de la economía rusa, abrió la puerta a tal posibilidad, en respuesta a una pregunta planteada por el exministro de Finanzas, Alekséi Kudrin. «Estamos obligados constantemente a transferir grandes sumas de dinero del presupuesto y de los fondos de reserva», lo que «merma» el desarrollo, dijo. Un incremento de la edad de jubilación «es, por supuesto, teóricamente posible», concluyó.

Los profesionales liberales, sin contrato ni salario fijo, son otro de los estratos sociales que están pagando los platos rotos de la crisis actual. Marina Glebova se gana la vida vendiendo cuadros, pero desde el inicio de la crisis, el negocio se ha reducido un 70%, al igual que las exposiciones. Para completar sus ingresos, alquila su céntrico piso en Moscú por unos 300 dólares.

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