La odisea del mayor pueblo apátrida

35 millones de kurdos están dispersos en Siria, Irak, Irán y Turquía

Una mujer kurda celebra el bombardeo contra posiciones del Estado Islámico en Siria en el 2014.

Una mujer kurda celebra el bombardeo contra posiciones del Estado Islámico en Siria en el 2014.

JAVIER TRIANA / ESTAMBUL

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Pasado negro, frágil presente y futuro poco halagüeño. Considerado por algunos autores como «el mayor pueblo sin país del mundo», el pueblo kurdo se asienta, mayoritariamente, en la confluencia de Turquía, Siria, Irak e Irán.

Unos 35 millones de personas que, desde el final de la primera guerra mundial, vieron cómo las esperanzas para construir un Estado propio se desvanecían de un plumazo: el de la firma del Tratado de Lausana, en 1923. A través de este documento se sustituía el de Sèvres, que estipulaba la creación de un Kurdistán en el este de la península de Anatolia y algunas regiones circundantes. Pero el surgimiento de la nueva República de Turquía como heredera del difunto Imperio Otomano dieron al traste con esos planes.

La irrupción del Estado Islámico (EI) en la región ha vuelto a evidenciar las frustradas aspiraciones kurdas. Turquía está aprovechando el cerco a los islamistas radicales para llevar a cabo una la campaña militar que ya dura diez días contras las bases del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en las montañas Kandil, en el norte de Irak, en la zona limítrofe con el sureste turco.

La espiral violenta de los últimos días, con centenares de muertos entre soldados turcos y miembros del PKK, ha dejado en papel mojado un proceso de paz iniciado a finales de 2012 y que constituía el intento más firme por solucionar de manera democrática la eterna cuestión kurda.

«Los kurdos fueron un elemento inseparable del sistema otomano y resistieron a la invasión británica», asegura Ahmet Uysal, del Instituto de Estudio de Oriente Medio de la Universidad del Mármara. «La nueva república, basada en el nacionalismo turco, suprimió la identidad kurda, pero seguían viéndolos como ciudadanos normales.

En resumen, turcos y kurdos son dos naciones hermanas que han convivido de forma pacífica durante siglos», agrega el académico. Según Uysal, los kurdos (de raíces persas) se convirtieron al islam antes que los turcos y, cuando los iranís abrazaron el chiísmo, éstos se acercaron más a los otomanos, también sunís.

RECONOCIMIENTO OFICIAL

La división de fronteras decidida por los vencedores de la entonces llamada Gran Guerra condenaba al pueblo kurdo, morador histórico de la región, a una separación artificial. Pero la siempre controvertida mano extranjera en Oriente Medio no ha sido la única causante del destino de los kurdos.

Países como Siria e Irán, hogar de buena parte de la población kurda, han mostrado su apoyo a guerrillas kurdas de los países vecinos mientras reprimían y maltrataban a los kurdos de su propia nacionalidad.

En el caso de Siria, dieron cobijo al PKK en sus primeros años de operación, en los ochenta y noventa, y no fue hasta que Turquía insinuó una invasión que no forzaron la salida de su territorio del histórico líder del PKK, Abdullah Öcalan. Mientras tanto, la cultura y el idioma kurdo permanecen sin reconocimiento oficial por parte de Damasco. 

Irán actuó de manera similar durante la guerra Irán-Irak, apoyando a las milicias kurdas iraquís que contaban con bases en Teherán, mientras que los kurdos autóctonos no disfrutaban de privilegios similares. En Irak, sin embargo, se aúnan el mayor reconocimiento y los peores episodios de represión al pueblo kurdo.

REGIÓN AUTÓNOMA EN IRAK

Cuentan con el reconocimiento de su lengua como idioma oficial desde 1970, pero también han sido objeto de masacres, sobre todo bajo el mandato de Sadam Hussein. Alrededor de 180.000 kurdos habrían sido asesinados durante su estancia en el poder y un 80% de las 5.000 aldeas habitadas por estos, arrasadas. Uno de los momentos más funestos para el pueblo kurdo se produjo en 1988 en la localidad iraquí de Halabja, que fue gaseada por el Ejército.

 En la actualidad, no obstante, los kurdos iraquís cuentan con una región autónoma en el norte del país. Es esta -una provincia autónoma dentro de las fronteras nacionales- una aspiración de los kurdos de Turquía, que en origen querían una independencia a la que, por cuestiones pragmáticas, terminaron por renunciar.

Desde la detención de Öcalan en Nairobi en 1999, se ha avanzado hacia el fin del conflicto, con rupturas del alto el fuego, como la actual. Pero la entrada del partido pro-kurdo HDP en el Parlamento turco abre una ventana que podría contribuir a la resolución de la disputa.