EL DRAMA DE LA INMIGRACIÓN

600 refugiados en un hotel abandonado en Kos

Las 25 habitaciones del Captain Elias están repletas de inmigrantes que buscan continuar con su travesía

Un grupo de inmigrantes matan el tiempo en el interior del Captain Elias.

Un grupo de inmigrantes matan el tiempo en el interior del Captain Elias.

JAVIER TRIANA / KOS

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Un trampolín desconchado zambulle su sombra en una piscina seca y sucia. Pero los habitantes de las tiendas que la circundan prefieren que sea así, que esté vacía. Al fin y al cabo, ya tuvieron una sobredosis de agua en la precaria lancha en la que tuvieron que cruzar desde Turquía a Grecia. En los años 90, esta zona de recreo del hotel Captain Elias, en la isla griega de Kos, debió de ser animada y fresca, como atestiguan las azaleas y las palmeras, aún de aspecto saludable, a pesar de que desde hace 18 años el hotel está abandonado. Ahora, lo que fue el césped está tomado por tiendas de lona que cobijan a centenares de refugiados, en su mayoría sirios. También hay paquistanís, afganos, iraquís, birmanos...

Lo que fue el comedor del hotel es ahora una sala asfaltada de colchones en la que se hacinan decenas de personas. Alguno incluso sestea sobre la barra del bar. Otros matan el tiempo jugando a las cartas. Porque en el Captain Elias hay poco que hacer. Tan solo esperar a que las autoridades griegas tramiten los documentos que autorizan a los refugiados a permanecer de manera legal por un período de uno a seis meses. Mientras, 600 personas comparten un alojamiento de 25 habitaciones.

En el Captain Elias no hay electricidad, así que quien quiere cocinar ha de encender una pequeña fogata. El agua corriente existe porque Médicos Sin Fronteras ha instalado baños, duchas y grifos, además de una consulta médica.

Una comida al día

Quienes gastaron todos sus ahorros en la travesía a Europa solo comen una vez al día: cuando los voluntarios de la asociación Kos Solidaridad (KS) reparten condumio. Alí, un paquistaní, observa sentado la fila descomunal que se ha formado a la hora de la distribución de la comida. «Vine huyendo de la violencia en Pakistán. Crucé Afganistán, luego a Irán y a Turquía. Quería ir a Europa. Y, ¿para qué? ¿Para estar en un lugar como este?».

Hoy toca una ración de pasta con tomate, un pedazo de pan y una rodaja de sandía. Al rato, colocan en la puerta del hotel la nueva lista de aquellos a quienes han aprobado los documentos. El nombre de Alí aparece en la lista y este está exultante: «¡Me han dado los papeles! ¡Me voy a Atenas!».