EL 'DIKTAT' A ATENAS ENSOMBRECE EL PROYECTO DE INTEGRACIÓN EUROPEO

Europa queda herida y coja

ELISEO OLIVERAS

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Las draconianas condiciones impuestas a Grecia para estudiar un tercer rescate y la rudeza de las discusiones muestran las graves deficiencias políticas y democráticas de la eurozona, dominada por los tecnócratas y una Alemania hegemónica.

A nivel económico, el problema griego sigue sin resolverse, como advierten los economistas ajenos a la troika (Comisión Europea, Banco Central Europea (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI)). La dureza de los ajustes, sumados a los ya aplicados en los últimos cinco años, agravará la recesión, aumentará aún más el nivel de la deuda y generará tensión e inestabilidad.

Salida del euro solo en suspenso

Sin una reestructuración global de la deuda griega —como pide el FMI y admite ahora el BCE— y sin un impulso al crecimiento, la salida de Grecia del euro solo ha quedado en suspenso. El colapso de Grecia, que no se puede descartar, tendría graves consecuencias para la Unión Europea (UE) y la OTAN.

La cumbre del 12 de julio consolidó la hegemonía de Alemania sobre la eurozona y reforzó el poder de los tecnócratas para decidir la política económica europea sin control democrático. Francia e Italia solo lograron cambios cosméticos a las exigencias de la cancillera alemana, Angela Merkel, al primer ministro griego, Alexis Tsipras, para no salir del euro. Grecia fue tratada como si no hubiera realizado ningún ajuste, cuando del 2009 al 2014 recortó su gasto público el 31% (cinco veces más que España). Y nadie quiso admitir el fracaso de la política impuesta con los rescates anteriores.

El diktat a Grecia arrinconó el principio del consenso y pactos equilibrados, acentuó las fracturas internas europeas, estableció la posibilidad de ser expulsado del euro, evidenció la insolidaridad europea y dará alas a las fuerzas euroescépticas, populistas y extremistas.

Mientras la Comisión Europea negó que se hubiera "humillado" a Grecia, la casi totalidad de los analistas coincidió en lo contrario e incluso la revista alemana Der Spiegel calificó las exigencias de la eurozona de "catálogo de atrocidades".

El primer ministro eslovaco, Robert Fico, reconoció que se ha impuesto un "protectorado sobre la vida interna de Grecia". "Este protectorado contradice los principios democráticos de la UE", advirtió el filosofo alemán Jürgen Habermas en el diario británico The Guardian.

Aunque los líderes y los ministros son elegidos democráticamente en sus países, las políticas económicas son diseñadas en realidad por funcionarios de la Comisión Europea y la troika, sin legitimidad ni control democrático, y sus propuestas son aceptadas casi sin discusión como palabra de Dios por el Ejecutivo comunitario y el Eurogrupo.

Déficit democrático

Los países de la eurozona «han perdido el control sobre su política sin el correspondiente desarrollo de un control y responsabilidad democrática a nivel europeo», explicó Simon Tilford, vicedirector del Centro para la Reforma Europea (CER).

"Constato desde hace 15 años una deriva autoritaria y tecnocrática en las instituciones europeas", criticó el presidente del Comité Económico y Social Europeo (CESE) y representante del sector empresarial, Henri Malosse, en la revista L'Opinion. "Este vaciamiento tecnocrático de la democracia es el resultado del modelo neoliberal de las políticas de desregulación", apuntó Habermas.

La cumbre ha acabado de transformar el euro en el instrumento de aplicación de la política económica conservadora alemana a todo el continente. La lección de estos días, según el premio Nobel de Economía Paul Krugman, es que el Gobierno que se atreva a cuestionar la política oficial de austeridad «puede ver su economía destruida». Las condiciones impuestas a Grecia "solo pueden entenderse como un acto de castigo a su gobierno izquierdista", destacó Habermas.

El objetivo último de esas condiciones extremas es que "nadie se atreva a cuestionar otra vez el statu quo" de la política económica y "evitar que pueda vencer una fuerza política alternativa similar a Syriza en ningún otro país de Europa", afirmó el profesor Michael Cox de la London School of Economics.

Temor al contagio de Syriza

"Me preocupa el riesgo de contagio político e ideológico" y que se piense que "se pueda cambiar el curso de Europa con otra visión diferente a la de la política de austeridad", reconoció el presidente de la UE, Donald Tusk, en el diario Frankfurter Allgemeine.

Dada la estructura de poder en la eurozona, no se permite a ningún Gobierno que pueda aplicar una política diferente a la de austeridad pese a su mandato electoral, lo que genera "un masivo problema democrático en ausencia de una auténtica democracia a nivel de eurozona", subrayó Henning Meyer, analista de la London School of Economics.

"El Gobierno alemán, por primera vez, ha hecho una demanda manifiesta por la hegemonía alemana en Europa", lamentó Habermas.

«Merkel ha reavivado la imagen de una Alemania fea, avara y sin corazón», destacó el diario Süddeutsche Zeitung y avisó del resentimiento y las suspicacias que generará. Habermas también acusó a Merkel y a su socio socialdemócrata de «haber echado por la borda en una noche todo el capital político que una Alemania mejor había acumulado en medio siglo».