LA CRISIS GRIEGA

El corralito hace estragos

Espera 8 Un vendedor aguarda pacientemente a la llegada de clientes en el área céntrica de Atenas.

Espera 8 Un vendedor aguarda pacientemente a la llegada de clientes en el área céntrica de Atenas.

MARC MARGINEDAS / ATENAS / ENVIADO ESPECIAL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Iliadu Stavroula regenta una diminuta farmacia en un desastrado pasaje junto a la avenida Panepistimiu, una de las principales arterias comerciales de Atenas. Pese a que algunos comercios del vecindario permanecen con las persianas bajadas y cubiertas de multicolores 'grafittis' -producto de la sordidez que se ha ido apoderando de amplias zonas de la capital griega en los últimos años- esta farmacéutica había logrado, hasta este momento, sortear la crisis que padece Grecia desde hace un lustro.

Pero ahora, tras 10 días de corralito, con los bancos cerrados y un gran interrogante sobre lo que sucederá el día en que reabran sus puertas, cruza los dedos y espera no verse arrastrada por un efecto dominó de clausura de comercios si se prolongan mucho tiempo las medidas restrictivas financieras o, lo que sería mucho peor, si el Gobierno acaba no abonando las facturas de los medicamentos que ha dispensado y que, en principio, están cubiertos por la Seguridad Social griega. «El Gobierno nos ha pedido que sigamos suministrando medicamentos a los pacientes con receta de la Seguridad Social. Lo he hemos hecho así, pero aún no sabemos si vamos a cobrar; normalmente presentamos una factura y cobramos a los tres meses», explica. Más del 40% de las medicinas que vende son con receta sanitaria, con lo cual, si la Administración no le abona la deuda, se le crearía un enorme agujero contable que podría obligarla a cerrar, es decir, a correr idéntica suerte que los abandonados comercios vecinos. En otras farmacias no tan céntricas, asegura que el porcentaje de medicamentos con receta es todavía mayor, con lo que lo que un impago gubernamental tendría en esos establecimientos efectos incluso más devastadores.

Pero ese no es el único quebradero de cabeza que afronta Iliadu. Desde el inicio de las medidas restrictivas financieras, algunos pacientes han comenzado a acaparar medicamentos básicos, lo que podría acabar causando problemas de desabastecimiento. «Ahora solo entrego una unidad por paciente», explica. Paracetamol y fármacos básicos para los enfermos del corazón y los aquejados de hipertensión son los preparados más demandados.

DESESTABILIZACIÓN

La farmacia de Giorgos Mbakakos también está experimentando las desestabilizadoras consecuencias del 'impasse' en que vive el sistema financiero griego y la incertidumbre que ello genera entre la poblacíón. Asegura no tener por el momento problemas de abastecimiento, pero sí constata que los clientes han dejado de adquirir cosméticos mientras que hace acopio de productos como alimentos para bebés. Gran parte de sus transacciones las realiza electrónicamente, lo que por el momento se mantiene bastante al día en los pagos a proveedores, aunque admite que «no todo se puede hacer de forma electrónica».

Para Giorgos, los problemas se resumen en dos. Por un lado, la posibilidad de que la Administración acabe no abonando la factura de los medicamentos con receta -«por supuesto, cuando no se cobra a tiempo un pago esperado, la contabilidad se resiente», admite de forma sucinta, sin exteriorizar emociones- pero sobre todo el abandono de Grecia de la zona euro: «No lo quiero ni pensar; muchos de los productos que vendemos son de importación; la nueva moneda se depreciaría en seguida y muy rápidamente; sería como si perdiera, de golpe, un porcentaje muy elevado de mis ingresos».

Biblioxartikini es una papelería donde se vende material de oficina no lejos de la estación de metro de Metaxurguío, también en el centro, y cuyos propietarios están en ascuas desde hace una semana, a la espera de la reapertura de los bancos griegos. «Todo está congelado y no puedo pagar a mis proveedores porque los bancos están cerrados; normalmente, hago mis pagos mediante cheques», explica Filio Hatera, tras el mostrador.

Al ser un comercio donde se ponen a la venta productos que no son de primera necesidad, en los últimos 10 días de corralito sus ventas han caído en picado. «Sé que he perdido dinero, pero aún es pronto para cuantificar mis pérdidas», relata, sin ocultar la ansiedad que le produce tal situación.

Kostas Netropoulos no alberga dudas. La salida de la zona euro sería el fin para el negocio de cosméticos que mantiene junto a su padre, de 50 años. «Mis ventas han caído un 50% desde que comenzó el corralito, pero si volvemos al dracma, me voy al garete, porque todos mis productos son de importación», dice. Guarda, eso sí, una pequeña remesa de efectivo (1.050 euros) para pagos perentorios.