Mohamed Mursi, el único presidente de Egipto salido de las urnas

El primer presidente democrático de Egipto no consiguió unir al país y acabó siendo derrocado por los militares

ANA ALBA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El primer presidente egipcio elegido democráticamente estuvo solo un año en el poder. Mohamed Mursi, nacido en El Adwah, en el delta del Nilo, en 1951, venció en una reñida segunda vuelta de las elecciones presidenciales de junio del 2012. Su rival era Ahmed Shafiq, exprimer ministro del presidente Hosni Mubarak, derrocado por la revolución del 2011.

Mursi, que pertenecía a los Hermanos Musulmanes y presidía su formación, el Partido Libertad y Justicia (PLJ), aglutinó el voto islamista y el de muchos que temían la victoria de una figura del antiguo régimen. Cuando llegó al poder, abandonó la Hermandad y el PLJ y aseguró ser «el presidente de todos los egipcios».

La candidatura de Mursi -poco carismático, pero buen orador- no estaba prevista, pero llegó a las presidenciales porque el que iba a ser candidato de la Hermandad, Jairat al Shater, fue descalificado.

Sencillo y religioso

Casado y padre de cuatro hijos, Mursi estudió ingeniería en El Cairo y luego en EEUU. A su regreso a Egipto, fue nombrado jefe de Ingeniería de la Universidad de Zagazig. Políticamente se formó y creció en las filas de los Hermanos Musulmanes, formó parte de su consejo consultivo y fue diputado del bloque islamista como independiente (2000-2005). En el 2006 fue encarcelado seis meses por apoyar las manifestaciones de jueces reformistas.

De maneras sencillas y muy religioso, Mursi conectó con parte de la sociedad por su origen humilde. Sus primeras decisiones, como apartar a la cúpula militar que gestionó el país tras la caída de Mubarak, fueron bien acogidas, pero no supo ganarse a algunos sectores. Sus detractores lo acusaban de permitir a los islamistas monopolizar la escena política y el poder, gestionar mal la economía y fracasar en responder a las demandas de la revolución: derechos y justicia social.

Las primeras protestas contra Mursi llegaron en noviembre del 2012, cuando blindó sus poderes ante la justicia hasta la entrada en vigor de una nueva Constitución. La oposición lo tildó de «nuevo faraón». El malestar fue creciendo y el enfado de gran parte de la población estalló en las protestas masivas del 30 de junio del 2013. Mursi intentó calmar los ánimos y admitió  «haber cometido muchos errores». Pero su mea culpa no lo ayudó y el 3 de julio los militares, liderados por el general Abdelfatá al Sisi, hoy presidente de Egipto, lo derrocaron. Mursi reivindica desde la cárcel que es el legítimo presidente y ha advertido que el país no será estable «hasta que se elimine el golpe militar».