REACCIONES A LA MUERTE DE UN DETENIDO EN COMISARÍA

Las protestas contra la brutalidad policial en Baltimore degeneran en anarquía

El gobernador de Maryland declara el estado de emergencia y moviliza a la Guardia Nacional

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Debía de haber sido un día para la introspección, después de que cientos de personas asistieran por la mañana al funeral de Freddy Gray, un joven negro de 25 años que murió hace una semana tras ser arrestado por la policía en Baltimore. Pero los solemnes responsos dieron paso en la calle a un vendaval de caos y violencia en una de las grandes capitales de la costa este de Estados Unidos. Antes de que cayera la noche, había ardido un supermercado y varios coches de policía; numerosos comercios fueron saqueados; 15 policías estaban heridos, y había casi una treintena de arrestados. La noche se presumía larga.

Con la situación fuera de control, el gobernador de Maryland, Larry Hogan, decretó el estado de emergencia y activó a la Guardia Nacional para desplegarla en caso de necesidad. "Los saqueos y los actos de violencia de hoy (por el lunes) en Baltimore no serán tolerados", dijo al anunciar las medidas extraordinarias, que incluyeron el toque de queda a partir de las 22.00 de la pasada noche. "Son grupos de matones violentos", añadió Hogan. El escenario se parece mucho al que se dio el pasado verano en Ferguson (Misuri) tras la muerte del adolescente Michael Brown, tiroteado por la policía.

La diferencia es que aquel era un suburbio de 20.000 personas y Baltimore, una ciudad portuaria de 620.000, a solo 45 minutos de la capital del país. Un lugar con todas las patologías de las urbes desindustrializadas: pobreza, recortes de servicios, drogas, bandas armadas...

DEBATE NACIONAL

 Y ha sido en los barrios negros y humildes del oeste de la ciudad donde ha estallado el pandemonio tras varios días de protestas, en gran medida pacíficas, contra la brutalidad policial y el sesgo discriminatorio hacia las minorías. Un tema que no deja de estar en el centro del debate nacional ante el continuo goteo de afroamericanos que son tiroteados, apaleados o mueren en misteriosas circunstancias tras ser detenidos, como en el caso de Gray, que entró vivo en el furgón que lo detuvo, aunque con aparentes dificultades para andar, y salió de allí prácticamente en coma, con una grave lesión en la espina dorsal.

Fueron grupos de jóvenes los que pusieron ayer en marcha los disturbios, retransmitidos al minuto por las televisiones locales. Reventaron coches de policías, pisoteando el capó. Saquearon comercios y lanzaron ladrillos, piedras, palos y todo lo que encontraron a mano a los cordones policiales que, a tenor de las imágenes, actuaron siempre a la defensiva, con una extraña pasividad, sin tratar de impedir los pillajes ni cargar seriamente contra las nubes de incontrolados.

"Esto no es lo que Baltimore representa", decía a una de las televisiones Jamal Bryant, un reverendo local. "Ni representa a la familia Gray ni representa las protestas pacíficas de los últimos días". De hecho, la familia del fallecido había pedido a la comunidad que respetara el duelo de la familia y que dejara por un día de protestar. Técnicamente le hicieron caso porque hubo mucha reivindicación y mucha catarsis de criminalidad y violencia gratuita. Cuando los bomberos llegaron sofocar el incendio del supermercado, abierto recientemente en un barrio sin apenas comercios de entidad, varios individuos rajaron las mangueras con navajas.

EN LA MEMORIA, LOS HECHOS DE 1968

A lo largo de la jornada, los distintos cuerpos policiales pidieron refuerzos a otras jurisdicciones. Según informó el 'Baltimore Sun', la policía estatal de Maryland activó a 500 agentes y solicitó la ayuda de otros 5.000 de los estados vecinos. Las relaciones de la policía con la comunidad son complicadas desde hace tiempo. De acuerdo con una investigación del mismo diario, el ayuntamiento ha pagado 5,7 millones de dólares desde el 2011 para cerrar diversas denuncias por presuntas palizas contra sospechosos detenidos. "Si no nos dan justicia, no nos calmaremos", le dijo un joven a la CNN.

Para añadir más dramatismo a la situación, se corrió el rumor de que varias pandillas notorias por su historial delictivo se habían confabulado para crear el caos en la ciudad. Hace ya más de 40 años, concretamente en 1968, Baltimore fue una de las ciudades más castigadas por los disturbios que siguieron al asesinato de Martin Luther King. Como sucedió en Washington DC, parte de la ciudad ardió en llamas, marcando uno de los puntos de inflexión de su implacable declive. Pero el lunes todas las autoridades repetían que esta no iba a ser una reedición de aquellos días aciagos de 1968.