TRAGEDIA AÉREA

Vidas truncadas

La aragonesa emigrada Marina Bandrés y su hijo Julián, fatalidad en la ida y vuelta del viaje de una madre y su hijo

VÍCTOR VARGAS / ANTONI FUENTES / BARCELONA

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Entre las 150 personas que perdieron la vida en los Alpes figuran numerosos hombres y mujeres del mundo empresarial catalán, aficionados al fútbol que habían venido a la capital catalana por el clásico, cantantes de ópera, recién casados, una madre que iba a ver a sus hijos universitarios... Dramas dentro del drama.

El destino demostró todo lo caprichoso que puede llegar a ser con la fatalidad que sufrieron Marina Bandrés López-Belio y Julián, su bebé de siete meses. Esta oriunda de Jaca de 38 años, residente en la ciudada británica de Manchester, había regresado a Aragón unos días atrás por el fallecimiento de un familiar en Zaragoza. Tras acudir al sepelio, Marina aprovechó el desplazamiento para pasar unos días con la familia antes de regresar a su hogar.

Quiso la fatalidad que la aragonesa no encontrara billetes disponibles para volar de forma directa a la ciudad inglesa en el plazo que precisaba, de manera que se decidió a hacer escala en la ciudad alemana de Düsseldorf para poder regresar lo antes posible al país en que vive, donde les aguardaba su pareja y padre de la criatura, de origen polaco.

Fue el propio padre de Marina el que acercó a su hija y a su nieto con su automóvil hasta el aeropuerto barcelonés de El Prat, sin sospechar que en apenas un puñado de horas su móvil sonaría para recibir una llamada que volvería a sumir a la familia en un profundo sentimiento de dolor y tristeza.