Palestina, en el aire

Un cambio de Gobierno en Israel llevaría a reanudar la negociación sobre la solución de 2 estados

De guardia 8Un soldado israelí introduce su papeleta en una urna portátil situada en un punto de vigilancia en las cercanías de Nablús.

De guardia 8Un soldado israelí introduce su papeleta en una urna portátil situada en un punto de vigilancia en las cercanías de Nablús.

MONTSERRAT RADIGALES

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En un claro intento de frenar una fuga de votos hacia otras formaciones derechistas, el primer ministro israelí y líder del Likud, Binyamin Netanyahu, afirmó el lunes, víspera electoral, que si resultaba reelegido no se crearía ningún Estado palestino.

El 8 de marzo, en un panfleto, el Likud declaró «irrelevante» el discurso que Netanyahu había pronunciado en la Universidad de Bar Ilán en junio del 2009, en el que se manifestó a favor de un «Estado palestino desmilitarizado». «En vistas de la situación que se ha creado en Oriente Próximo, cualquier territorio evacuado caería en manos del extremismo islámico (...). No habrá retiradas»añadía el panfleto, que la oficina del primer ministro trató de desautorizar.

No son pocos los que creen, con razón, que el citado panfleto dio en el clavo cuando aseguró que «toda la biografía política de Netanyahu es una lucha contra la creación del Estado palestino». En su primer mandato (1996-99), Netanyahu puso su empeño en hacer descarrilar los acuerdos de Oslo de1993 a los que, como líder de la oposición, se había opuesto.

En los siguientes dos mandatos (desde el 2009 hasta ahora) fue capeando el temporal -según fueran las circunstancias políticas y las presiones internacionales- en la mesa de negociación si hacía falta, pero sin voluntad real de pagar el precio que requiere la paz. Todo ello, acompañado de una aceleración sin precedentes en la ampliación de los asentamientos -el Gobierno saliente cuenta con un partido, Habayit Hayehudi, que es fiel representante de los colonos— con el fin de crear hechos consumados que dificulten el establecimiento de un Estado palestino viable.

Y, sin embargo, con la propia supervivencia política como fin supremo, Netanyahu no ha tenido jamás escrúpulos en afirmar algo y hacer lo contrario. No es casualidad que la retractación del discurso de Bar Ilán llegó después de que el diario israelí 'Yedioth Ahronoth' filtrara el 6 de marzo un documento que revelaba que Netanyahu había ofrecido a los palestinos concesiones nada desdeñables en negociaciones secretas durante su segundo mandato (2009-2013). Estas concesiones incluían cuestiones fundamentales que Netanyahu había repudiado en público: que la frontera entre Israel y el Estado palestino se basaría en la de 1967, con intercambios de territorio; un reconocimiento implícito a la reivindicación palestina sobre Jerusalén Este e incluso un cierto derecho al retorno de los refugiados palestinos, aunque sobre una base individual y no colectiva.

La oficina del primer ministro afirmó después que el documento era una propuesta de EEUU que Israel nunca aceptó. Pero algunas informaciones anteriores (por ejemplo, una investigación del diario 'Haaretz' en julio del 2014) ya apuntaban en la misma dirección.

Sea como sea, Netanyahu ha perdido todo crédito internacional en cuanto al 'proceso de paz'. El enésimo intento fue impulsado por el secretario de Estado de EEUU, John Kerry. Bajo esta iniciativa, las negociaciones directas entre Israel y los palestinos comenzaron en julio del 2013 y concluyeron en abril del 2014 con un rotundo fracaso y en medio de todo tipo de recriminaciones. EEUU repartió culpas entre las dos partes, pero dejó claro que los asentamientos constituyeron el principal obstáculo.

LA DINÁMICA

La misma lógica que ha privado a Netanyahu de crédito es la que hace que el tándem Isaac Herzog-Tzipi Livni lo tenga todo, aunque durante la campaña los dos hayan hablado muy poco de la cuestión. Un cambio de Gobierno, con un Ejecutivo más centrista, provocaría una dinámica que llevaría por fuerza a la reanudación de las negociaciones. EEUU, ya ha afirmado que espera que el próximo Gobierno israelí esté «comprometido con la solución de los dos estados» y ha insinuado que estaría dispuesto a realizar un nuevo esfuerzo.

Tras el fracaso de la iniciativa de Kerry, el presidente palestino, Mahmud Abbás, optó por acelerar la búsqueda del reconocimiento internacional del Estado palestino. Logró que la ONU elevara el estatus de Palestina al de Estado no miembro y se adhirió a varios organismos internacionales, incluido el Tribunal Penal Internacional (TPI). Pese al acuerdo para formar un Gobierno de unidad, las divisiones entre la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con sede en Ramalá, y el movimiento islamista Hamás, que controla Gaza, persisten y dificultan los movimientos. Pero si se produce un cambio en Israel, los palestinos tampoco podrán resistir la presión internacional para volver a la mesa de negociación.