UN FIESTA RECUPERADA

Navidades cubanas

Los habitantes de la isla celebran una navidad marcada por la reconciliación entre Cuba y EEUU

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HUGO LUIS SÁNCHEZ / LA HABANA

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El ron lo pone el general Raúl Castro y la Coca-Cola el presidente Barack Obama para que en la isla se brinde en esta la Navidad con Cuba Libre por primera vez en 52 años, casi nada, de desentendimientos entre La Habana y Washington. El cóctel, mezcla de ambas bebidas, una cubana y otra estadounidense, da el acento de los nuevos tiempos luego de que ambas naciones decidieran finalmente restablecer relaciones, rotas desde 1962, y regalarles a sus ciudadanos una Feliz Navidad.

En el caso propio de Cuba, esta fiesta doble, por el fin de esta Guerra Fría tropical  y el nacimiento de Jesucristo, es innegable y se percibe por todas partes a la manera en que cada cual lo logre expresar. Hay más luces de colores iluminando las fachadas de las casas, árboles de Navidad, pesebres… que nunca antes y esta alegría adicional es fácil de apreciar y va in crescendo desde el pasado día 17 en que Obama y Castro anunciaran, a un mismo tiempo y luego de 18 meses de conversaciones secretas, el comienzo de la normalidad cubano-americana.

En establecimientos particulares, sobre todo en cafeterías y restaurantes familiares, ya viene siendo bastante común ver a los empleados con gorros rojos a manera de Santa Claus y, en algunos lugares, hasta con campanas que para llamar a los clientes a pasar o los abordan en las calles con propagandas de sus establecimientos anunciando cenas para la Nochebuena. Por igual en las cadenas de tiendas estatales que ofertan cestas con vinos, ron, turrones y otras golosinas.

También los automóviles pasan engalanados con temas navideños y ocurre por igual con los bicitaxis, que con tracciones humana transportan a los viajeros. Además, como si estuvieran esperando el disparo de arrancada, hay un estallido de carteles con Feliz Navidad o Merry Christmas, para jugar con la nueva era que es en español e inglés, en Sí y Yes.

La tradición indica que la familia, o lo que queda de ella luego de tanta división y subdivisión política, se reúna esta noche del 24 de diciembre para festejar la Nochebuena con una cena que tiene como plato fuerte el cerdo asado, también potaje de frijoles negros, arroz blanco, yuca con mojo y otras viandas, sólo que estas fritas. Antes eran casi obligatorios los turrones Monerris Planelles y la sidra El Gaitero.

EL REGRESO DE LA NAVIDAD

A inicios de los años 60 del pasado siglo, Fidel Castro abolió la Navidad con el argumento de que el fin de año era la mejor época para cortar caña porque el frío aumenta el rendimiento en azúcar. Esto significaba que segmentaba los hogares enviando a algunos de sus miembros a trabajos en la agricultura y lejos de casa porque, ahora se entiende más lo que había de fondo, si el Comandante en Jefe quería crear el Hombre Nuevo, tenía primero que dinamitar la familia, que es el núcleo de la sociedad, y perseguir las tradiciones.

Siguiendo un orden cronológico, el Año Nuevo Fidel Castro lo cambio por los aniversarios del triunfo de la revolución (enero de 1959), a los Reyes Magos –las tres primeras víctimas de esta guerra sin cuartel-- ni mencionarlos y los carnavales de febrero los trasladó para julio por ser época de conmemoración del asalto al cuartel de Moncada, que capitaneó en 1953.

Las fiestas se continuaron realizando pero a escondidas, en secreto, para no buscarse problemas. La Nochebuena era discreta, tratando de que ni se notara, como digamos un “casualmente nos reunimos hoy en familia”, y nada de chocar copas, las paredes escuchan aunque, bueno, el olor a cerdo asado sí delataba pero este riesgo había que asumirlo; y en cuanto al Año Nuevo, pues era más fácil porque se enmascaraba con que se hacía una fiesta por la llegada del Ejército Rebelde a La Habana.

Luego, a la manera de dádiva tras la visita de Juan Pablo Segundo a Cuba en 1998, Fidel Castro restituyó que el 25 de diciembre se decretara feriado, pero aún hoy la palabra Navidad sigue prohibida para las entidades estatales y los medios de comunicación excepto en las misas televisivas donde se les menciona.

Es decir, que el espíritu navideño, ya antes favorecido por las reformas emprendidas por Raúl Castro al ir suplantando a su hermano del poder y abrirle espacio a la iniciativa privada, aún no lo es del todo o quizá sea bueno señalar que la frase Feliz Navidad marca un tono de cambio porque quienes la dicen, se la desean a amigos, conocidos o cuando se va a algún establecimiento --o colocan en carteles en sus casas o negocios--, necesariamente expresan con ello un Ya basta o, mejor, Está bueno ya.

Y resulta curioso que a los Reyes Magos que habían dejado en Cuba la tradición española, a Melchor, Gaspar y Baltasar, hoy lo suplanta Papá Noel, venido del norte. Esto se pudiera ver como un cambio de españoles por estadounidenses, como una señal adelantada para los empresarios de la Madre Patria no sea que les ocurra lo de los Reyes Magos.

Pero esto es harina de otro costal, hoy la alegría vence a la incertidumbre.