Gente corriente

Arturo Landeros: "Quisieron enterrarlos, pero no sabían que eran semillas"

Es mexicano. Pertenece al Grupo de Investigación en Derechos Humanos y Sostenibilidad.

«Quisieron enterrarlos, pero no sabían que eran semillas»_MEDIA_1

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CATALINA GAYÀ

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El 20-N, día de la Revolución mexicana, México vivió un paro nacional. En Barcelona, 500 personas marcharon para exigir justicia por la desaparición, ayer hizo dos meses, de 43 estudiantes en Ayotzinapa, Guerrero. Entre ellos estaba Arturo.

-¿Qué significa Ayotzinapa?

-Es el ya basta del siglo XXI. Es un símbolo que agrupa a los 43 desaparecidos, la reivindicación de «Vivos se los llevaron, vivos los queremos» y, sobre todo, una movilización contra estos tiempos de indignidad.

-Uno de los gritos del 20-N fue «Ayotzinapa es un crimen de Estado».

-Ayotzinapa es un crimen de Estado. La desaparición de los 43 estudiantes de magisterio la organizan fuerzas del orden público. 

-Hablamos de casi 30.000 desaparecidos, 22.000 reconocidos por el Estado mexicano, y de 100.000 muertos en solo ocho años. ¿Cuál es la responsabilidad de la comunidad internacional ante esta ola de violencia?

-Hay una responsabilidad institucional y que alcanza desde el sistema de derechos humanos de la ONU hasta la UE, por los tratados económicos que se han firmado con México y que tienen cláusulas de garantías en derechos humanos.

-Otro grito pedía la dimisión del presidente Peña Nieto. ¿Dimitirá?

-Debería. Por muchas de las cosas que están emergiendo de la corrupción de lo que nosotros llamamos narcopolíticoempresarial, en cualquier otro país del mundo ya habría dimitido. [Silencio] El problema no es tanto que dimita Peña Nieto, si no qué sigue después. Estamos hablando de una crisis prolongada del sistema político mexicano. La izquierda está claramente involucrada en lo que pasó en Ayotzinapa, la reacción del PRD al mantener al gobernador ahí, antes de destituirlo, es vergonzosa.

-Y, aun así, dicen que Ayotzinapa es esperanza.

-Desde luego que lo es. Es una movilización que quiere cambiar las cosas y es posible que suceda. Quisieron enterrarlos, pero no sabían que eran semillas.

-¿Qué hay que hacer para que cambien?

-El primer paso es romper el miedo y la criminalización de la protesta social. Si hablamos de defensores de derechos humanos, hay 999 desaparecidos en el periodo de Calderón y, en los dos últimos años, con Peña Nieto, 669.

-Siga.

-Esta es una situación de derechos humanos y democracia. En México, hoy el poder tiene muchas cabezas, es como una hidra, está metido en el narco, en lo empresarial, en lo transnacional… Tenemos que crear movimientos ciudadanos críticos en todas las regiones de México, seguir un proceso de ciudadanización.

-Es especialista en derechos humanos, apunte vías para esa ciudadanización.

-México es un país racista y clasista. El México indígena es el 10% de la población y es un México invisibilizado. El 50% de los jóvenes están en el desempleo. Hoy por hoy, no hay opciones laborales y la juventud encuentra en el crimen organizado una salida vital. [Silencio] Lo que está del otro lado de los derechos son los privilegios. Tenemos al segundo hombre más rico del planeta, Carlos Slim, que, por cierto, antes de Tratado de Libre Comercio, no tenía la fortuna que tiene ahora. Antes del TLC, había dos mexicanos en la lista de Forbes, después de la firma, 24. ¿Puedo añadir algo?

-Claro.

-Las 11 detenciones que hubo el 20-N en México fueron arbitrarias. Se los han llevado a los centros de máxima seguridad. De nuevo, como desde hace 40 años, se sigue la estrategia del miedo. Se dice que no se permiten actos violentos, pero lo que están diciendo es que no se permitirán ni marchas ni expresiones de la voz popular.