ELECCIONES LEGISLATIVAS EN EEUU

La ocasión del 'Partido del no'

Los republicanos tienen la oportunidad de demostrar que pueden gobernar y no solo bloquear

Votación 8 Un grupo de ciudadanos de Carolina del Norte vota en su sede electoral, ayer.

Votación 8 Un grupo de ciudadanos de Carolina del Norte vota en su sede electoral, ayer.

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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No son particularmente populares, carecen de visionarios capaces de enardecer a las masas y son a ojos de los estadounidenses los principales responsables de la exasperante inoperancia del Congreso. Su obstruccionismo ha hecho que se les bautice con el sobrenombre del 'Partido del no'. Pero ninguno de estos factores ha impedido que los republicanos llegaran ayer a las legislativas con todo el viento de cara para recuperar el Senado e imponer su ley en las dos cámaras del parlamento. Una proeza nada desdeñable para una formación fracturada en familias mal avenidas, un partido que no ha cambiado pese a las conclusiones obvias que dejaron sus dos últimas derrotas en las presidenciales.

Los cambios demográficos arrojaron un mensaje claro. Los conservadores debían abrirse a una reforma inmigratoria para ganarse a una parte del electorado hispano. Debían moderar sus posiciones respecto al matrimonio del mismo sexo o el cambio climático para acercarse a los jóvenes. O debían abrazar la igualdad salarial y los derechos reproductivos para recuperar a las mujeres. Pero, salvo algunos candidatos puntuales, no han hecho nada de eso. Su gran mérito en esta campaña reside más bien en no haber dicho nada demasiado vergonzante. No se ha oído aquel «no soy una bruja» de Christine O'Donell en el 2010 ni se ha justificado la violación como «algo que Dios pretendía», como hizo el también aspirante a senador, Richard Mourdock, en el 2012.

Durante las primarias previas a la campaña, el 'establishment' republicano, apoyado por el talonario de grupos como el American Crossroads de Karl Rove, la Cámara de Comercio de EEUU o los donantes de Wall Street, hizo todo lo posible para cerrar el camino a una nueva oleada de insurgentes advenedizos del Tea Party, como los que tomaron el partido tras las legislativas del 2010. En líneas generales les salió bien la jugada aunque perdieron a algunos de sus puntales, como el líder de la Cámara baja, Eric Cantor.

En cualquier caso, la cohesión interna está por llegar. El Partido Republicano es lo más parecido a un reino de taifas siempre al borde de la guerra civil, donde conviven desde cuasi anarquistas de derechas (Rand Paul), a 'teapartiers' incendiarios (Ted Cruz), aplicados alumnos de la ortodoxia (Paul Ryan) y pragmáticos dinosaurios (John Boehner o Mitch McConell). Algunos analistas piensan que si se hacen con el control de las dos cámaras tendrán que buscar acuerdos con los demócratas para demostrarle al país que son capaces de gobernar, aportando algo más que el «no, no, no».

Al combate

Pero no es más que una teoría. Cruz ya ha dejado claro que si recuperan el Senado harán todo lo posible para convertirlo en un lugar tan conservadoramente inhóspito y combativo como la Cámara de Representantes. Y empezarán por otro asalto a la reforma sanitaria de Obama, a pesar de que gracias a ella cerca de 22 millones de personas tienen hoy seguro sanitario.

Otros amenazan con un 'impeachment' si el presidente utiliza su poder ejecutivo para paralizar la deportación de inmigrantes, como está previsto que haga. Y tampoco se descarta la posibilidad de demandar a Obama ante los tribunales por abuso de poder, una propuesta que quedó bloqueada en el Senado tras ser aprobada en julio en la Cámara baja.