STEVEN JOEL SOTLOFF

Una memoria privilegiada

El reportero 'free lance' asesinado en Siria, era un gran deportista, hablaba árabe y poseía excepcionales conocimientos de la historia de EEUU y de todo Oriente Próximo.

Steven Sotloff

Steven Sotloff / periodico

MARC MARGINEDAS
BARCELONA

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A primera vista, nadie diría que, tras su oronda figura y su aspecto de bonachón, se escondía un excepcional deportista, capaz de capitanear una clase avanzada de yoga, y un cerebro privilegiado, en el que se acumulaban, con la precisión de una computadora, desde datos y fechas de la guerra civil estadounidense a los nombres de los presidentes y principales ministros que han tenido los países de Oriente Próximo en el último medio siglo. Steven Sotloff, de 31 años, periodista free lance que escribía para publicaciones como Time Foreign Policy, poseía todo el talento requerido para poder hacerse un hueco de relevancia en la muy competitiva prensa anglosajona, aunque a veces creyera que le faltara confianza en sí mismo. «Creo que me da miedo el triunfo», se lamentaba en ocasiones, cuando recordaba el momento en que rechazó una oferta de Los Angeles Times, uno de los principales diarios de Estados Unidos, para convertirse en su corresponsal en El Cairo.

Su cerebro siempre estaba en movimiento, no podía detenerse en ningún momento y bajo ninguna circunstancia. En los últimos tiempos, comenzó a sentir remordimientos por no haberse esmerado lo suficiente durante las clases de castellano que le impartieron en la escuela secundaria, y empezó a aprender desde cero el idioma de Miguel de Cervantes, con la ilusión de un chaval dotado de un excepcional intelecto que desafíaba, una vez más, sus capacidades, repitiendo hasta la extenuación el vocabulario aprendido.

Practicó casi todos los deportesque se pueden ofrecer tanto en la escuela como en la universidad de su país, incluyendo el rugbi, el béisbol, el fútbol americano y el soccer, aunque este último admitía que podía llegar a aburrirle. Su pasión deportiva era tal que era capaz de dedicar su tiempo para explicar pacientemente a una audiencia compuesta por profanos el alambicado reglamento del béisbol, el deporte rey en su país junto con el fútbol americano.

Personalidad matinal

Steven se defínía como una persona de mañanas, a la que no le costaba despertarse y ponerse en seguida en marcha. En cuanto abría el ojo, intentaba hacer algo de ejercicio mientras explicaba sus sueños de la noche anterior, historias surrealistas, sin pies ni cabeza, donde solían aparecer amigos, conocidos y hasta exnovias. Dedicaba horas a hablar de sus almuerzos en su restaurante favorito de Miami, llamado The Big Cheese, sito en la avenida 67, donde sirven pizzas, ensaladas, pasta, salchichas italianas, y por supuesto, platos con queso. «Tú debes tener problemas con el queso», le solían espetar, con retintín, cuando se le oía hablar de comida.

La personalidad de Steven, aparentemente apacible y reposada, se transformaba con los juegos de mesa, en especial con el ajedrez, las damas y el Risk, el pasatiempo de estrategia militar en el que varios jugadores combaten hasta que uno de ellos conquista el mundo. Rápido, astuto y competitivo hasta la médula, cuando Steven se colocaba frente al tablero de juego fraguaba la más atrevidas alianzas con el objetivo de eliminar a uno u otro participante, alianzas que no dudaba en romper si las circunstancias cambiaban. «Yo nunca pierdo al Risk», solía decir, con indisimulado orgullo.

Steven contaba con un extenso currículo como reportero en Oriente Próximo. Residió durante varios meses en Yemen, donde dió clases de árabe, y cubrió las primaveras árabes en Libia, Bahrein y Egipto, con largas estancias. .