El desafío del yihadismo

El terror como márketing

Miembros del Estado Islámico masacran disparándo ráfagas de kalashnikov a decenas de prisioneros en la provincia iraquí de Saladino.

Miembros del Estado Islámico masacran disparándo ráfagas de kalashnikov a decenas de prisioneros en la provincia iraquí de Saladino.

ANTONIO BAQUERO
BARCELONA

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El terror como estrategia de comunicación del Estado Islámico. En ese contexto ubican expertos en terrorismo y polícias dedicados a la lucha contra el yihadismo consultados por este diario la atroz decapitación del periodista James Foley y su posterior difusión por las redes sociales, así como las decenas de vídeos de cabezas cortadas, crucifixiones y matanzas que cada día el EI y sus seguidores hacen circular a través de internet. «Estamos ante una asombrosa y sofisticada campaña de comunicación del Estado Islámico que está empleando el uso y difusión de métodos de crueldad extrema, como la decapitación, para marcar distancias con Al Qaeda», considera Fernando Reinares, investigador principal de terrorismo internacional en el Real Instituto Elcano.

Actualmente, el Estado Islámico y Al Qaeda se encuentran en una competición por la primacía del universo yihadista a nivel mundial, pues el primero ha proclamado un califato mientras que la que fuera la organización de Osama Bin Laden considera que dar ese paso es prematuro. «Con acciones de esa extraordinaria crueldad, el Estado Islámico quiere convencer al resto de grupos yihadistas de todo el planeta de que ellos, a diferencia de Al Qaeda, van mucho más allá con sus objetivos y que sus métodos son mucho más extremos», añade este especialista, autor de la obra de referencia sobre los atentados del 11-M en Madrid.

«El único sentido que tiene la difusión de esa extraordinaria crueldad es demostrar que ellos son el grupo más extremista», señala Javier Jordán, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Granada y experto en terrorismo, que asegura que «el Estado Islámico parece haberle ganado la partida a Al Qaeda».

CRÍTICAS DEL NÚMERO 2 DE BIN LADEN / De hecho, esa divergencia no es nueva. El Estado Islámico bebe de la tradición de la rama de Al Qaeda en Irak que, en los años posteriores a la invasión de EEUU, comenzó bajo el liderazgo de Abú Musaab al Zarqaui a decapitar a rehenes y a difundir esas acciones por vídeo, lo que le valió el nombre de el jeque de los matarifes. El que por entonces era el número 2 de Al Qaeda, y que tras la muerte de Bin Laden ha pasado a ser número uno, Aymán Al Zawahiri, criticó abiertamente esos métodos y envío a Zarqaui una carta en que aseguraba que los musulmanes «nunca encontrarán aceptable» las escenas televisadas de las decapitaciones de rehenes y que esos métodos no ayudarían en la batalla mediática «por los corazones y las mentes».

Sin embargo, Abú Bakr al Baghdadi, el líder del Estado Islámico y autoproclamado califa, profundiza en la estrategia de Zaraqui y se ha lanzado al uso intensivo de ese terror. Así, antes de Foley, los vídeos de decapitaciones y matanzas fueron abundantes. A finales de julio, justo el día del Aid, la festividad que conmemora el fin del mes sagrado del Ramadán, el Estado Islámico difundió un vídeo, aparentemente grabado en Tikrit, en que conducía a decenas de personas en camiones y tras obligarles a colocarse boca abajo en el interior de fosas comunes las ejecutaba ametrallándoles.

También se han difundido vídeos de cristianos siendo decapitados e incluso numerosos combatientes del Estado Islámico se han hecho fotos con las cabezas cortadas de sus prisioneros a modo de trofeo. Un terrorista de origen australiano llegó a fotografiar a su hijo portando la cabeza de un enemigo decapitado.

Para Jordan, esas acciones enlazan «con un modo antiguo de hacer la guerra». «Es como la conquista de Tamerlán de Bagdad, cuando decapitó a casi toda la población», comenta Javier Jordán, que señala que en la actualidad las decapitaciones no son un método habitual en los terroristas islámicos y que, aparte de Irak, solo se habían dado casos así en Pakistán y Afgfanistán, donde se aplicaba esa ejecución a aquellos sospechosos de ser espías. De hecho, Hamás y Hizbulá nunca realizan decapitaciones.

«Llevan a cabo una guerra psicológica. Consideran que el terror es la mitad de la victoria. Por eso difunden esos vídeos, para aterrorizar a sus enemigos, ya sea el Ejército iraquí o el Gobierno de EEUU», comenta Abdalá Rami, experto marroquí en yihadismo, que sostiene que el empleo de la decapitación «entronca con la tradición islámica, se refieren para justificarlo a actos del profeta, a sus victorias en batallas».

USO DE ARGUMENTOS CORÁNICOS / «Los yihadistas de Baghdadi se amparan en el Corán para justificar esas decapitaciones», dice un responsable policial dedicado a la lucha contra el yihadismo. Se trata del versículo 12 del capítulo octavo: «Cuando vuestro Señor inspiró a los ángeles: 'Yo estoy con vosotros. ¡Confirmad, pues, a los que creen! Infundiré el terror en los corazones de quienes no crean. ¡Cortadles del cuello, pegadles en todos los dedos!'». Para este policía, el modo en que está escenificada la decapitación encierra un mensaje: «No es un asesinato en un lugar oculto, si no en el espacio público. Muchas de esas decapitaciones las llevan a cabo en plazas y frente a mezquitas. Así quieren mostrar que son la autoridad, que su califato realmente existe».