LA ELECCIÓN

El corazón y el bolsillo

BEGOÑA ARCE
LONDRES

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Los escoceses se enfrentan dentro de un mes a la decisión más importante de su historia. A la hora de votar habrá quienes lo hagan poniendo por delante el corazón, los sentimientos, o la historia. Para la mayoría sin embargo será el factor económico el que incline la balanza a favor del sí o del no. A lo largo de toda la campaña, el debate gira en torno a una pregunta: ¿Será una Escocia independiente más rica o más pobre? «Más rica y más justa», responden los independentistas. «Más pobre y con menos oportunidades», para los defensores de mantener la unión. El elemento decisivo es el petróleo.

Desde la década de los 70, el petróleo del mar del Norte  ha ayudado a pagar el gasto público del Reino Unido. Unos 12.000 millones de euros al año, según Alex Kemp,  profesor de economía petrolera de la universidad de Aberdeen. Una Escocia independiente dispondría «de casi todos los yacimientos petroleros y de la mitad del gas», señala Kemp.

Alex Salmond  siempre ha argumentado que si todo el dinero recaudado en décadas pasadas hubiera estado en manos de los escoceses, aquellas tierras serían más prósperas y estarían mejor administradas. La pujanza económica que augura Salmond para la futura nación se fundamenta casi por completo en los ingresos petroleros. Pero el cálculo es arriesgado, porque las extracciones de crudo están en declive.

Se calcula que hasta el momento se han extraído unos 40.000 millones de barriles de petróleo en el mar del Norte y que deben quedar unos 24.000 millones de barriles más bajo las aguas. Pero ese carburante  es cada vez más difícil de extraer. Las bolsas son más pequeñas, más marginales y necesitan de plataformas móviles para sacar hasta la última gota. A eso hay que añadir lo impredecible y volátil del precio del petróleo. La industria seguirá boyante en  los próximos años, pero no está claro durante cuánto tiempo podrán los escoceses mantener el ritmo de vida actual.

Escocia está en gran parte subvencionada por el resto del Reino Unido y su gasto por habitante es de unas 1.200 libras al año más por persona que en el resto del país. Gasta más de lo que recauda y de convertirse en un país independiente, el nuevo Gobierno «deberá decidir si los escoceses deben pagar más impuestos o reducir parte del gasto», señala Paul Johnson, jefe del Instituto de Estudios Fiscales. En el futuro, con una población cada vez más mayor y un declive en los ingresos del petróleo, Escocia se encontraría con un déficit creciente.

Optimismo cuestionado

Salmond es optimista y sostiene que «el precio del petróleo en el futuro será más alto que el precio real del petróleo durante estos 30 años, aunque las cantidades sean menores». Los independentistas han propuesto la creación de un Fondo Petrolero en el que se acumulen los ingresos del crudo, gastando solo una parte y guardando el resto para que las futuras generaciones también se puedan beneficiar de esa riqueza. Algunos economistas dudan sin embargo de que ese  Fondo sea una solución viable. Los votantes lo tienen difícil el 18 de septiembre. Se juegan el futuro.