Conmemoración de un tragedia en África

La ONU entona el mea culpa al recordar el genocidio de Ruanda

Escenas de dolor y tensión en el estado Amahoro de Kigali,, ayer.

Escenas de dolor y tensión en el estado Amahoro de Kigali,, ayer.

XAVI FERNÁNDEZ DE CASTRO
KIGALI

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Era un día para la memoria. Un día para el recuerdo de los 800.000 ruandeses que en 1994 murieron a manos de otros ruandeses. Las calles de Kigali amanecían ayer vacías y con un cielo plomizo que reflejaba el poco entusiasmo con que los ruandeses afrontan estas fechas. Muchos de los que vivieron esos tres meses de sangre y brutalidad se recogieron en casa para abstraerse de lo que sucedía a su alrededor.

Otros, más enteros, abarrotaron el estadio Amahoro para presenciar la multitudinaria conmemoración del 20 aniversario de un genocidio cuyas heridas todavía están abiertas. Durante el relato de uno de los supervivientes, que explicó con todo detalle cómo vivió esos días, una mujer sufrió un ataque de ansiedad y comenzó a gritar desconsolada. Luego otra. Y otra. Los llantos histéricos de las mujeres se sucedían y retumbaban por el estadio recordando que el sufrimiento aun está muy presente en la sociedad ruandesa.

Y no solo a pie de calle. El presidente de Ruanda, Paul Kagame, ensalzó los esfuerzos de su Gobierno para dar «justicia» a las víctimas y «reconciliación» a todo el país, pese a que todo ese trabajo no podrá devolver «todo lo que se perdió», aunque se mostró optimista. «Hace veinte años Ruanda no tenía futuro, solo pasado. Hoy tenemos una razón para celebrar los pequeños momentos de la vida que otros ven como algo cotidiano», añadió.

Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, aseguró que su organización sigue «avergonzada» por la inoperancia de sus instituciones: «Podríamos haber hecho mucho más. Deberíamos haber hecho mucho más. En Ruanda se retiraron las tropas cuando más se necesitaban y una generación después la vergüenza todavía está ahí».

AUSENCIA DE LÍDERES EUROPEOS / Fue la única nota de autocrítica de la jornada, pues ningún presidente o primer ministro europeo acudió al acto en un evidente distanciamiento con líder ruandés, al que muchos acusan de autoritario y déspota. La polémica con Francia tampoco ayudó a crear un clima cordial.

En una reciente entrevista a

Jeune Afrique, Kagame acusaba abiertamente a Bélgica y a Francia de jugar un rol activo «en la preparación política del genocidio» y señaló a las tropas francesas como responsables «de su ejecución».

Las declaraciones de Kagame crearon gran revuelo en ambos países, pero sobre todo en Francia, que decidió cancelar a última hora la delegación gubernamental que tenía que viajar a Kigali.

En respuesta al desaire francés, las autoridades ruandesas revocaron la invitación al embajador francés, Michel Flesch, por lo que el Gobierno de París se quedó sin representación oficial en el acto.

La ministra de Asuntos Exteriores de Ruanda, Louise Mushikiwabo, quiso quitar hierro al asunto pero puso toda la responsabilidad de lo sucedido en el lado francés: «Los comentarios [de Kagame] no son ni sorprendentes ni nuevos. Quizás sería mejor para Francia si hiciera un pequeño examen de conciencia y aceptara sus errores», pues «han perdido una gran oportunidad para enmendar el pasado y acercarse al país y a su gente». Las autoridades belgas, por su parte, se mostraron mucho más cautas y prefirieron no polemizar con el asunto.

El ministro de Coooperación y Desarrollo belga, Jean Pascal Labille, aseguró desconocer los motivos por los que el presidente Kagame había hecho tales declaraciones y se limitó a decir que Europa y África «deben mantener una relación de igual a igual y, dentro de este tipo de relaciones, a veces se dicen cosas que gustan y otras veces no. Lo importante hoy es honrar la memoria de las personas que murieron en 1994», afirmó.