Reformas tras el relevo en los gobiernos francés e italiano

Valls debuta con presión

Manuel Valls (derecha) y su antecesor, Jean Marc Ayrault, ayer.

Manuel Valls (derecha) y su antecesor, Jean Marc Ayrault, ayer.

ELIANNE ROS
PARÍS

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la imprevisible primavera parisina, con los jardines en plena floración, superó ayer los 20 grados de temperatura, algo muy raro en esta época. Pero en el patio interior del palacio de Matignon el clima era más bien glacial. Manuel Valls, nacido en Barcelona hace 51 años, tomó posesión del cargo de primer ministro de Francia tras una escueta, solemne y tensa ceremonia de traspaso de poderes con su antecesor, Jean-Marc Ayrault, de 64 años.

Mientras, en el Elíseo, François Hollande recibía a Bill Gates, en la sede de del primer ministro los dos dirigentes socialistas se esforzaban por guardar las formas. Ayrault, cuya cota de popularidad es tanto o más desastrosa que la del presidente, fue relevado por el carismático ministro del Interior como consecuencia de la debacle sufrida el domingo por los socialistas en las elecciones municipales. «Mi única preocupación ha sido servir a Francia y a los franceses. Esta es una tarea inmensa, difícil e inacabada», precisó Ayrault antes de pasar página a casi dos años al frente del Ejecutivo marcados por la cacofonía, las meteduras de pata y la falta de respeto de los ministros hacia el inquilino de Matignon.

Hollande se ha visto forzado a elegir entre Ayrault, su fiel amigo  de estilo paquidérmico, y el ambicioso y dinámico Valls, que amenazó con abandonar el Gobierno si el primer ministro continuaba. El presidente ha querido interpretar el mensaje de las urnas, en las que el centroderecha ha arrebatado a la izquierda 155 ciudades de más de 9.000 habitantes, como una invitación a consumar el giro de su política hacia la derecha y Valls es el mejor situado para capitanearlo. Un giro que el jefe del Estado ha empezado a dibujar - reducción de las cargas sociales a las empresas y recorte del gasto público- y que tanto Bruselas como Berlín le reclaman desde que llegó al poder, en mayo del 2012. Ayer, desde Atenas, la Comisión Europea volvió a apretar las tuercas a París instando a «cumplir con su compromiso» de reducción del déficit. Hollande obtuvo una moratoria de dos años, hasta el 2015, para ajustarse al 3%, objetivo que parece cada vez más alejado. El 2013 se ha saldado con un déficit -del 4,3%- superior a las previsiones del Gobierno, por lo que la UE ha puesto a París bajo vigilancia.

ENDEREZAR LA ECONOMÍA / «Estoy ansioso por conocer el programa de estabilidad y las reformas de Francia en las próximas semanas», pinchó el comisario de Asuntos Económicos Olli Rehn. En este contexto, Valls se mostró diligente. «El presidente ha trazado una hoja de ruta para ir más lejos y más rápido», dijo a la hora de definir su misión antes de marcarse el objetivo de «enderezar la economía, y la industria» del país.

Buen comunicador y partidario de una reforma del socialismo al estilo del laborista británico Tony Blair o del alemán Gerhard Schröder, el flamante primer ministro defiende la estabilidad presupuestaria y reformas en favor de «desactivar» la excepción francesa de la semana laboral de 35 horas. Con su política -menos complaciente con Europa- de mano dura frente a la inseguridad y la inmigración, Valls se presenta como el «muro de contención» frente al auge de la ultraderecha.

Para contrarrestar su imagen de liberal, recordó ante Ayrault que ambos son «dos socialistas, dos republicanos y dos patriotas». De hecho, Valls  ha recibido el apoyo de ministros del ala izquierda del Gobierno como Arnaud Montebourg o Benoît Hamon, cuyas relaciones con el exprimer ministro eran pésimas.

ABANDONO DE LOS VERDES / En cambio, los socios ecologistas han abandonado el Ejecutivo debido a su «total desacuerdo» con la línea «liberal y autoritaria» del dirigente catalán nacionalizado francés a los 20 años. La retirada de los Verdes-hasta ahora tenían dos carteras- fue confirmada anoche de un Gobierno nuevo, cuya composición se cerrará hoy. Tanto para los ecologistas como para la izquierda radical de Jean Luc Mélenchon la noticia del nombramiento de Valls fue recibida como un poisson d'avril (broma pesada). Igual que en otros países europeos, en Francia el primero de abril es el equivalente, al otro lado de los Pirineos, del día de los inocentes.