La crisis ucraniana

Occidente acuerda aislar a Rusia por su anexión de Crimea

Los líderes del G-7 y de la Unión Europea comparten mesa, ayer en La Haya.

Los líderes del G-7 y de la Unión Europea comparten mesa, ayer en La Haya.

ELISEO OLIVERAS / La Haya (enviado especial)

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Europa, EEUU y Japón acordaron ayer aislar políticamente a Rusia como represalia por la anexión de Crimea y decidieron suspender la cumbre del Grupo de las Ocho grandes potencias (G-8) prevista para el 4 y 5 de junio en Sochi, coincidiendo precisamente con la presidencia rusa del G-8, y sustituirla por una cumbre sin Rusia en Bruselas. La UE ya había suspendido su cumbre con Rusia prevista en junio.

Los líderes del Grupo de los Siete países más industrializados (G-7) -EEUU, Japón, Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña y Canadá, más la Unión Europea (UE)- celebraron una reunión improvisada al margen de la cumbre sobre seguridad nuclear en La Haya (Holanda) para fijar una estrategia común frente a Moscú. El G-7 se transformó en el G-8 en 1998 con la inclusión en la organización informal de Rusia, que tras el fin de la guerra fría asistía como invitada a parte de las discusiones.

Suspensión indefinida

La decisión del G-7 privará al presidente ruso, Vladímir Putin, de su aspiración de convertir la cumbre de Sochi en una nueva proyección de Rusia como potencia mundial. El G-7 también acordó suspender sine die su participación en las reuniones del G-8 «mientras Rusia no cambie de rumbo», empezando por la de ministros de Exteriores de abril en Moscú. El G-7 estudiará además cómo reforzar su seguridad energética y reducir la dependencia europea de Rusia. Pero los líderes europeos rechazaron incrementar sus sanciones contra Moscú a menos que desestabilice otra región de Ucrania.

El G-7 condenó el referendo de Crimea y su anexión a Rusia y reiteró su total respaldo a Ucrania. «Las acciones de Rusia tendrán consecuencias significativas», porque «son un grave desafío al derecho internacional», señala la declaración.

El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, restó importancia al gesto simbólico de la suspensión del G-8 y de la anulación de la cumbre de Sochi: «El G-8 solía ser una plataforma de diálogo entre Occidente y Rusia. Si nuestros socios occidentales creen que no debe mantenerse, no hay problema si no se reúne durante un año o un año y medio». Lavrov insistió en que «hay otros foros internacionales» y destacó que el antiguo papel que desempeñaba en las discusiones económicas el G-8 ha sido asumido ahora por el Grupo de los Veinte (G-20), que incluye a las nuevas potencias emergentes, como China.

Lavrov, que también se entrevistó con el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, subrayó que, aunque no se reúna el G8, Occidente deberá seguir discutiendo con Rusia en otros foros la resolución de los problemas acuciantes, como Siria, Irán y Corea del Norte, «que no pueden dejarse en suspenso» por el contencioso actual.

Primer deshielo

A pesar de la guerra de declaraciones entre Occidente y Rusia, en La Haya comenzó un principio de deshielo entre las nuevas autoridades de Kiev y Moscú, con el primer contacto personal entre el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, y su homólogo ucraniano, Andriy Deshchytsya.

Este contacto directo entre Kiev y Moscú era una de las exigencias de la UE para que Rusia desactivara la escalada de la tensión, al igual que el acuerdo alcanzado ayer para el despliegue de observadores de la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa (OSCE) en Ucrania. La declaración del G-7 reconoce precisamente que el apoyo de Rusia al despliegue de la misión de la OSCE en Ucrania «es un paso en la buena dirección».

La aceptación por parte de Moscú de ambas exigencias europeas desactiva la presión norteamericana sobre la UE para endurecer las sanciones contra Rusia y resta credibilidad a las alegaciones estadounidenses de que Moscú está acumulando tropas en la frontera de Ucrania para invadir otras regiones del país con población rusófona.