Análisis

178 días en el infierno

Marc y su hermana, Cristina, ayer.

Marc y su hermana, Cristina, ayer.

ENRIC HERNÀNDEZ

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Marc ya está con nosotros. Hoy nuestra portada les sirve la noticia que durante estos angustiosos meses toda la redacción de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA y todos los trabajadores del Grupo Zeta soñábamos publicar, la misma que su familia anhelaba leer en nuestras páginas. Marc Marginedas, periodista habituado a lidiar con la sinrazón, reportero bregado en mil conflictos bélicos, regresó ayer a casa tras un descenso de 178 días a los infiernos de la guerra, al epicentro de la barbarie y la mezquindad humanas. Puede que para nosotros, sus compañeros, amigos y familiares, la pesadilla ya haya acabado. Pero no es seguro que sus fantasmas lo abandonen tan fácilmente. Le ayudaremos a combatirlos.

Casi seis meses de tensa espera, con sus interminables días y sus abundantes noches en blanco, dan para mucho: para albergar esperanzas y los peores temores, para desechar pistas falsas y seguir las fiables, para recibir un sinfín de apoyos desinteresados y algún que otro ofrecimiento indeseable... Y todo ello bajo un espeso manto de silencio, pues era la discreción, y no las proclamas estridentes, el mejor instrumento para acortar el cautiverio de Marc.

A quienes así lo entendieron desde el primer momento, tanto en el diario como en la amplia comunidad de lectores que con razón lo siente como propio, es obligado expresarles nuestro sincero agradecimiento. Su comprensión y su aliento han sido determinantes para el feliz desenlace de este secuestro.

Si la familia de Marc ha logrado soportar este calvario con tanta entereza ha sido gracias a la fuerza de su hermana, Cristina, que no se ha tomado ni un segundo de respiro desde que supo de su secuestro. Presente en todas las concentraciones de apoyo celebradas frente a la sede de EL PERIÓDICO, Cristina, toda un 'mater familias', ha luchado a brazo partido para que Marc recobrara la libertad lo antes posible. Suyo es, también, el mérito de la liberación de su hermano.

La otra mujer que ha velado la memoria de Marc en su ausencia es la responsable de Internacional del diario, Marta López. La que más se ha atormentado en estos meses de vaivenes, de idas y venidas, de dudas sobre el paradero de Marc e incluso sobre su estado físico. Solo ella sabe lo que ha pasado y lo que ha tenido que callar. Gracias a ella, a Albert Guasch y al resto del área de Internacional por haber sacado adelante la sección durante este inacabable periodo, sobreponiéndose al dolor.

Gracias, en suma, a cuantos han puesto su granito de arena para que Marc vuelva a sonreír. Y en especial a M. y a su gente; ellos saben por qué.

Pero la euforia que experimentamos en EL PERIÓDICO por tener a Marc de vuelta no puede ser completa. Nos queda la amargura de constatar que quienes le han privado de su libertad, los mismos que aún retienen a decenas de periodistas --incluidos el enviado especial de El Mundo Javier Espinosa y el fotógrafo 'freelance' catalán Ricard Garcia VilanovaEl MundoJavier Espinosa Ricard Garcia Vilanova--, han logrado su objetivo: que la de Siria sea una guerra sin testigos neutrales, sin reporteros que narren las atrocidades que allí se cometen para concienciar al mundo de la necesidad de intervenir en defensa de la vida y las libertades de la población.

Que el periodista sea noticia es siempre una mala noticia. Por eso, la próxima vez que sepan de Marc su nombre no aparecerá en los titulares, sino en la firma de la información. Por eso, Javier y Ricard, os seguimos esperando.