La inspiración de los Juegos de Barcelona

Mandela explicó cómo lo vivido en BCN en 1992 le condujo a la reconciliación en su país

Con Kate Moss, Elle McPherson y Naomi Campbell, en verano del 2001.

Con Kate Moss, Elle McPherson y Naomi Campbell, en verano del 2001. / JULIO CARBÓ

IOSU DE LA TORRE / Barcelona

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«Lo que presencié en Barcelona en los Juegos de 1992 me inspiró para impulsar el Mundial de Rugby en Sudáfrica». Esta frase de Nelson Mandela pudimos escucharla anoche viendo Invictus, en Antena 3, con la voz española de Norman Freeman. Con la gallina de piel nos apresuramos a hojear el libro de John Carlin El factor humano donde se recoge el momento en que el presidente de Sudáfrica explica sus planes a François Pienaar, el capitán de la selección que tanto contribuyó a la reconciliación de un país.

La conexión Mandela-Barcelona dispara la adrenalina mientras se escarba en la hemeroteca y en los recuerdos de periodistas de este diario como Joan Carles Armengol, Luis Mendiola, Ferran Cosculluela, Gemma Tramullas, Núria Marrón, Julio Carbó, Nando Cruz, Rafa Tapounet o Àngels Gallardo.

Unos lo vieron, el 22 de julio de 1991, en la plaza de Sant Jaume levantando el puño tras un discurso cargado de emoción. Otros le siguieron al trote, ese mismo día, por el Estadio Lluís Companys y el Sant Jordi del brazo de Pasqual Maragall, y tomaron nota de su intervención durante un concierto de Simple Minds con Seguridad Social de teloneros. También lo observaron en la inauguración de los Juegos del 92, los primeros en los que participaba Sudáfrica tras el apartheid. O en las siguientes visitas a Barcelona: un show benéfico montado por la top model Naomi Campbell (1 de julio del 2001) y la Cumbre Mundial del Sida (12 de julio del 2002).

La plaza de Sant Jaume de las victorias del Barça, de las protestas contra los tijeretazos y de los recientes brincos españolistas se detuvo aquella tarde de julio del 91 ante la sonrisa perenne de Mandela. Varios cientos animaron un discurso breve, sosegado, de germanor«Quiero agradecer a los hombres y mujeres de Catalunya que han tenido un importante papel en mi liberación. Quisiera daros la mano a cada uno porque os quiero». El entonces presidente del Congreso Nacional Africano (CNA), al que Margaret Thatcher nunca habría liberado, acababa de comunicar a Pasqual Maragall y Jordi Pujol la exigencia de «igualdad de oportunidades» a los atletas negros de Sudáfrica para asistir a la cita de Barcelona. Y así fue, porque un año después se rompió el veto a su país desde Roma-60. Samaranch aplaudió a la delegación africana con Mandela y Fidel Castro sentados en el palco barcelonés.

En el concierto de Simple Minds advirtió antes de los aplausos: «Pueblo de Catalunya, no entiendo vuestro idioma pero conozco vuestra música. En mis años de cárcel tuve la oportunidad de oír a músicos catalanes de gran calidad». El Palau de Sant Jordi bramó «¡Nelson, Nelson, Nelson!»

Tremendo seductor este Mandiba al que le gustaba rodearse de mujeres tremendas, como Naomi Campbell. La modelo convenció al presidente sudafricano para que encabezase una cena-concierto benéfico en Barcelona el 1 de julio del 2001. Frock & Roll, que así se bautizó la gala, pinchó. La organizadora tuvo que reembolsar las entradas porque se le cayeron del cartel Mick Jagger, Chrissie Hynde, UB-40 y algunos más. Sí respondieron Bono, el de U2, y las tops Kate Moss, Elle MacPherson y Helena Christensen. Mandela apareció al principio del acto para disculparse. «No quiero que lo tomen como un insulto, pero mañana debo estar en Mozambique, así que me voy, pero me han prometido que me darán un vídeo y cuando tenga tiempo lo veré». ¡Grande!

Mandela volvió a lucir en Barcelona las camisas floridas, made in Bali, que ponían nerviosa a su exmujer Winnie en la gran cita contra el VIH.  Codo con codo con Bill Clinton. Los dos expresidentes alertaron de que se iba al fracaso si los países ricos no daban más dinero. Once años después, Bonaventura Clotet sufre porque la falta de millones frenan la fabricación de la vacuna antisida.

Mandela ya no está para buscarle y consolarlo con un abrazo.