ELECCIONES MUNICIPALES Y ESTATALES EN EEUU

Nueva York se prepara para el giro progresista de De Blasio

El candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York, Bill de Blasio, en un acto de campaña el domingo.

El candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York, Bill de Blasio, en un acto de campaña el domingo.

IDOYA NOAIN / Nueva York

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Prácticamente nadie en Nueva York niega muchos logros conseguidos en los últimos 20 años por Rudy Giuliani y Michael Bloomberg, los dos últimos alcaldes. A pocos se les escapa también que en las dos décadas de mandato conservador se ha disparado la desigualdad, económica y social. En los últimos meses, Bill de Blasio, candidato demócrata a primer edil, ha hecho de la promesa de cambiar esta «historia de dos ciudades» eje de su campaña. Y su mensaje ha calado.

De Blasio llega hoy a las urnas con una ventaja de unos 40 puntos sobre el republicano Joseph Lhota. Y con su casi segura victoria, el exdefensor del pueblo, de 52 años, casado y con dos hijos en una familia multirracial, se prepara para abrir una era de populismo urbano.

En una ciudad donde el 20% más pobre ingresa una media de 6.000  euros al año mientras el 5% más afortunado gana más de 323.000, De Blasio ha prometido elevar salarios y prestaciones y ha propuesto subir impuestos a las rentas superiores a los 370.000 euros para garantizar puestos de guarderías públicas. Se ha comprometido a intentar remendar las dañadas relaciones entre policía y ciudadanos y, en particular, comunidades y minorías más victimizadas, como negros e hispanos desproporcionadamente parados y cacheados. Y, en una ciudad donde alquilar cuesta tres veces lo que la media nacional, promete «avances sustanciales» hacia la construcción  o mantenimiento de 200.000 viviendas de protección oficial.

ESPERANZA Y MIEDO / Tan ambiciosa agenda será seguida con atención por progresistas con aspiraciones de reformas en muchos otros municipios. Y cómo maneje una ciudad con un presupuesto de casi 52.000 millones de euros será observado también por los conservadores, que están jugando las cartas del miedo.

En un editorial la semana pasada, The Wall Street Journal afirmó que «De Blasio quiere replegar reformas que han hecho habitable Nueva York». Se refería al 78% de reducción de la tasa de asesinatos en los mandatos de Giuliani y Bloomberg. El diario equiparó su victoria con «elegir al movimiento Occupy (los indignados neoyorquinos) para dirigir la mayor ciudad de Estados Unidos». Y el tabloide New York Post, también propiedad de Rupert Murdoch, lo ha apodado Che de Blasio y ha destacado su pasado como activista de izquierdas que pasó la luna de miel en Cuba, fue voluntario con los sandinistas en Nicaragua y viajó a la Unión Soviética.

De Blasio ha reconocido que «por supuesto» no va a poder acabar con el problema de la desigualdad pero defiende «que la gente sentirá que hay movimientos en muchos frentes y compromiso real del ayuntamiento para abordar esos temas».

Es, además, un político curtido con progresistas centristas y prácticos como los Clinton. Y solo en la primera semana de octubre mantuvo tres reuniones con dirigentes empresariales. Su mensaje de calma a Wall Street parece haber calado también entre los inversores presentes en esas reuniones, que lo han definido como «un hombre inteligente, que reconoce que la industria financiera es vital» y «un tipo capaz completamente realista sobre el trabajo que está a punto de asumir».