Incertidumbre en Italia

Berlusconi resucita Forza Italia para seguir en política

Berlusconi, rodeado de seguidores, a su llegada al Senado, el 16 de marzo.

Berlusconi, rodeado de seguidores, a su llegada al Senado, el 16 de marzo.

ROSSEND DOMÈNECH
ROMA

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Silvio Berlusconi tiene desde anoche un pie fuera del Senado italiano, después de que la junta sobre inmunidades de la Cámara alta, integrada por 23 miembros, rechazase por una mayoría aplastante de 15 votos contra uno la moción que intentaba impedir su expulsión como senador. Los ocho miembros conservadores habían salido antes de la sala para no participar en el voto. La prohibición de ocupar cargos públicos para Berlusconi estaba incluida en la sentencia de cuatro años de prisión por estafa fiscal, ratificada por el Supremo a principios de agosto.

Ello no significa todavía que el voto tenga efecto inmediato. Los procedimientos formales prevén que el pleno del Senado, donde existe también una mayoría en su contra, ratifique la decisión y que, antes, la junta escuche al exprimer ministro.

«Expulsado o no, estaré siempre a vuestro lado, ha llegado el momento de despertarnos, rebelarnos, para que todos los italianos que aman la libertad sientan el deber de comprometerse personalmente», había dicho Berlusconi a los italianos en un insólito y en momentos delirante videomensaje a la nación, emitido poco antes del voto de la junta, digno de un jefe de Estado ajeno a las costumbres europeas. Sin embargo, en ningún momento repitió la amenaza, que desde hace semanas lanzan algunos líderes de su partido, sobre la retirada de los ministros conservadores del Ejecutivo, como le aconsejaban los llamados halcones.

CLICHÉS / En el discurso de 16 minutos retransmitido por todos los canales de televisión, Berlusconi repitió todos los clichés que había ofrecido en estos años sobre la persecución que sufre de parte de la magistratura y terminó con una llamada a la nación, anunciando el renacimiento del primer partido con el que, en 1994, entró en política: «Forza Italia es la última llamada antes de la catástrofe», advirtió, con voz nerviosa y en ciertos momentos emocionada. Berlusconi dijo que ha sufrido 41 procesos «sin condena alguna» y que políticos y magistrados «piensan que me han expulsado de la vida política», lo que podría no ser definitivo «porque lucharé para que [la sentencia] se revise en Italia y en Europa».

«No es el escaño lo que hace a un líder, sino el consenso, vuestro consenso, que no me ha faltado nunca, aunque seguirán intentando limitar mis derechos», dijo, terminando el mensaje gritando «Forza Italia» y «Viva la libertad, la libertad es la ausencia del hombre y de Dios que, creando al hombre, le quiso libre».

CONTRAPODER / Antes había dicho que, pese a tener en el 2001 y el 2008 la mayoría absoluta, «los pequeños partidos nos han impedido realizar las reformas, en primer lugar la de la justicia, porque en Italia ya no hay certidumbre del derecho, que está a  merced de una parte de la magistratura que se ha transformado en un contrapoder del Estado y que se ha atribuido la misión de realizar el socialismo por la vía judicial».

Sin nombrar jamás al Ejecutivo que su partido apoya, dijo que «es necesario recorrer la vía maestra del liberalismo con menos tasas y menos gasto público» y que «nuestros ministros ya han puesto a punto las propuestas por un relanzamiento de la economía dirigidas a parar el bombardeo fiscal que está poniendo de rodillas a nuestras familias». «La política provoca náuseas», añadió.

«Ha sido un discurso irresponsable, como gasolina sobre el fuego», rebatió Guiglielmo Epifani, secretario provisional de los progresistas, según el cual Berlusconi «deberá asumir la responsabilidad de cuanto sucede», sobre todo por su «absurdo mensaje a la rebelión». «Yo no soy culpable de nada, soy absolutamente inocente», había dicho Berlusconi, a pesar de que tres tribunales distintos coincidieron en emitir la misma sentencia, sucesivamente ratificada por el Supremo. Epifani le respondió que «quienes deberían rebelarse son aquellos a los que Berlusconi, en 20 años de Gobierno, ha llevado al borde del precipicio».