CONTROVERSIA EN ALEMANIA

Juego electoral en Dachau

Ofrenda 8 Merkel deposita una corona de flores en Dachau, junto al ministro de Cultura bávaro (derecha) y un superviviente del Holocausto, ayer.

Ofrenda 8 Merkel deposita una corona de flores en Dachau, junto al ministro de Cultura bávaro (derecha) y un superviviente del Holocausto, ayer.

J. M. FRAU
BERLÍN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ningún canciller había visitado antes el campo de concentración de Dachau. Angela Merkel fue ayer la primera en hacerlo. Sin embargo, el homenaje que la jefa del Gobierno alemán rindió a las más de 40.000 víctimas que fallecieron en este campo de la muerte levantado por los nazis en 1933 cerca de Múnich no puede desligarse de la campaña electoral que desde hace unos días ha entrado en su fase decisiva.

El pasado sábado, Merkel afirmó que afrontaba la visita con un sentimiento de «vergüenza y preocupación»; se declaró emocionada al ser invitada por Max Mannheimer, un judío de 93 años, superviviente del campo de exterminio, y reconoció que la cita no era fácil. El campo de Dachau fue el primero que los nazis construyeron en Alemania, y el único que se mantuvo en funcionamiento los 12 años que duró la dictadura de Hitler, hasta que sus prisioneros fueron liberados por las tropas estadounidenses a finales de abril de 1945.

La apretada agenda de la cancillera ha hecho coincidir la visita al campo de exterminio con un acto electoral, en la misma localidad de Dachau. Según el programa previsto, solo quince minutos después de que una compungida y emocionada Merkel depositara una ofrenda floral como homenaje a los miles de muertos, y pronunciara unas sentidas palabras, la candidata a ocupar la cancillería durante cuatro años más se desplazó a una concurrida fiesta popular de la cerveza para participar en un mitin de la Unión Social Cristiana (CSU) de Baviera, el partido hermano de la CDU que preside. «Este es un momento muy significativo para mí. El recuerdo de estos hechos me llena de profunda tristeza y vergüenza», manifestó Merkel antes de dirigirse al acto electoral.

La dirigente del partido Los Verdes, Renate Künast, fue especialmente dura en sus críticas a la cancillera, al considerar incompatibles los dos actos: «Quien se toma en serio la memoria de semejante escenario del horror no hace una visita así en época electoral», argumentó la política del partido ecologista, que también consideró incomprensible que solo unos minutos después de la visita al campo de concentración, Merkel fuera capaz de participar en una fiesta popular. «Una combinación imposible», concluyó.

El semanario Der Spiegel consideraba ayer en su edición digital que se trataba de un lugar adecuado para ser visitado por la cancillera alemana, pero en un momento inoportuno. La publicación establecía las diferencias evidentes entre «el símbolo del terror nazi, donde miles de personas padecieron un sufrimiento inimaginable»,  y un lugar de entretenimiento y de ambiente agradable como la fiesta de la cerveza a la que asistió después la cancillera.

Sin embargo, para Max Mannheimer, que invitó a Merkel y la recibió ayer a las puertas del campo de concentración, la visita constituyó un honor. Charlotte Knobloch, que presidió hasta el 2010 el Consejo Central Judío en Alemania, y que en la actualidad es presidenta del Consejo Mundial, alabó la decisión de Merkel de aceptar la invitación, y que aprovechara su estancia en la región para llevar a cabo la visita.