nuevas revelaciones sobre la matanza de Newtown

El mundo macabro de Adam Lanza

El asesino de Sandy Hook tenía un arsenal de armas en su casa

R. M. F.
WASHINGTON

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La casa es como cualquier otra casa de una familia acomodada de los suburbios: dos pisos, tejado a dos aguas, fachada blanca de madera con aire sureño. Pero esa impresión de normalidad se hace añicos al repasar el arsenal encontrado por la policía en la vivienda que Adam Lanza, el asesino del colegio de primaria Sandy Hook, en Newtown (Connecticut), que compartía con su madre. El inventario revelado ahora por primera vez incluía pistolas y rifles semiautomáticos, 1.600 balas, una mira de francotirador, tres espadas de samurai, 11 cuchillos y una bayoneta, además de otros fetiches que sugieren una macabra fascinación por la muerte y los asesinatos de masas.

CADÁVER EN UNA BOLSA / Como unas fotografías de lo que, según las autoridades, «parece ser» un cadáver ensangrentado metido en una bolsa de plástico o una imagen de un niño rodeado de armas. O unos recortes de prensa del tiroteo del 2008 en la universidad de Northern Illinois en el que murieron cinco personas y 21 resultaron heridas. Descrito como un chaval inteligente, pero retraído y con problemas para socializar, Lanza era un apasionado de los videojuegos bélicos y había mamado la cultura de las armas de su madre. A su nombre estaban las tres pistolas y el fusil de asalto Bushmaster que su hijo llevaba aquel funesto 14 de diciembre en que mató a 20 niños y seis adultos en Sandy Hook.

Todo ocurrió con una escalofriante rapidez. Lo primero que hizo fue matar a su madre de un disparo en la cabeza mientras estaba tendida en la cama. Después condujo hasta el que un día fue su colegio y, en solo cinco minutos, descargó 154 balas antes de pegarse un tiro. La policía encontró en su casa un carné de afiliación a la Asociación Nacional del Rifle, aunque el lobi de las armas niega que fuera uno de sus miembros.

La vida de Lanza no fue fácil. En su casa, además de un uniforme militar o balas en una caja de zapatillas, había libros sobre autismo, el trastorno que sufría. Fuentes familiares, citadas por la prensa de EEUU, sostienen que a lo largo de los años, en los que cambió varias veces de colegio, sufrió acoso escolar, uno de los inductores, quizás, del arrebato psicópata que cambió para siempre el tranquilo pueblo de Newtown.