La primavera pendiente

Unas adolescentes asisten, en un gimnasio de El Cairo, a una clase de defensa personal.

Unas adolescentes asisten, en un gimnasio de El Cairo, a una clase de defensa personal.

KIM AMOR / Barcelona

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Las revueltas árabes han acabado con cuatro dictadores, un quinto está en la cuerda floja, y han obligado a otros regímenes poco o nada democráticos a introducir reformas políticas. Todo un éxito, más aún si tenemos en cuenta que la historia de esta región, bajo el mando de déspotas de muy larga duración --algunos gracias al apoyo de las grandes potencias-- se ha caracterizado durante décadas por su más absoluto inmovilismo.

La denominada primavera árabe ha hecho florecer expectativas y esperanzas, tal vez excesivas en el momento de más euforia revolucionaria, pero que continúan en pie a pesar de los complejos y en ocasiones violentos procesos de transición. Para los demócratas árabes la lucha continúa, y en este combate, como lo fue durante las revoluciones, siguen teniendo un papel muy importante las mujeres, que llenaron las plazas y las calles durante las revueltas.

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