LA CRÍTICA DEL LIBRO PUBLICADA EL 27 DE FEBRERO DEL 2011

La indignación como fenómeno

Stéphane Hessel triunfa a los 93 años con un panfleto para los jóvenes del que ha vendido un millón de ejemplares

Portada de '¡Indignaos!'

Portada de '¡Indignaos!' / periodico

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El fenómeno editorial provocado por el opúsculo ¡Indignaos! en Francia ¿en cuatro meses se han vendido 1,2 millones de ejemplares¿ aterriza en las librerías españolas de la mano de Destino. Firmado por un diplomático de carrera y venerable héroe de la Resistencia, Stéphane Hessel, que a los 93 años publica un encendido llamamiento a la revuelta pacífica, el éxito ha sorprendido al propio autor, por no hablar de la modesta editorial de Montpellier, Editions Indigène. ¿Su acierto? Un mensaje dirigido a los jóvenes que entronca con los tiempos turbulentos que corren.

Aunque no responde a una calculada operación de márketing, cuando el panfleto salió a la venta, el pasado 22 de octubre, estaba en línea con su época. Se trata de un producto de consumo inmediato ¿las 60 páginas se leen en nada¿ y de fácil acceso, tanto desde el punto de vista económico ¿cinco euros¿ como intelectual ¿lenguaje sencillo y directo¿.

Aparece en un contexto de profunda crisis y, sobre todo, está escrito por una personalidad con una incontestable autoridad moral. Stéphane Hessel fue uno de los padres de la Declaración universal de los derechos humanos adoptada en el año 1948 por las Naciones Unidas.

En España su nombre no tiene el mismo peso ni las mismas resonancias, por lo que la editorial ha apelado a un escritor comprometido y de la misma quinta, José Luis Sampedro. «¡Indignaos! Luchad, para salvar los logros democráticos basados en valores éticos, de justicia y libertad prometidos tras la dolorosa lección de la segunda guerra mundial», dice Sampedro en su prólogo titulado Yo también.

Hessel dedica una pequeña introducción a «los lectores españoles» y, en especial «a la joven generación de esa España que ha tenido tanto que afrontar y que es rica, hoy en día, en su diversidad cultural y lingüística». Llama a «la España rebelde y valiente de siempre» a luchar contra «la inercia cómplice de una Unión Europea pusilánime», dominada por los mercados financieros. Y agradece «el apoyo que ha dado a la causa palestina», que en el libro presenta como su «principal» motivo de «indignación». De hecho, todo parte del viaje que realizó Hessel a la franja de Gaza un par de años atrás.

Su triunfo ¿dobla las ventas del último premio Goncourt¿ provoca más de un resquemor entre los intelectuales que dedican extensos volúmenes a analizar los males de la sociedad y la forma de resolverlos. ¡Indignaos! no tiene esta pretensión. Se limita a interpelar, a sacudir conciencias, incomodando al establishment cultural.

Críticas y reproches

El filósofo Luc Ferry acusa a Hessel de instigar un sentimiento destructivo e «irresponsable». «Lo que se nos tiene que pedir es que razonemos», reclama el neuropsiquiatra Boris Cynulnik, para quien «la indignación es el primer paso hacia el compromiso ciego».

A juicio del filósofo Alain Finkielkraut, Hessel, tachado de «Papa Noel de las buenas conciencias», no hace más que «reemplazar los problemas por los culpables». Reprocha también al autor ¿torturado por los nazis y superviviente de varios campos de concentración¿ que vehícule «una imagen infantil» del conflicto israelo-palestino en un texto que llama a la revuelta pacífica después de tildar de «comprensible», aunque «ineficaz», la violencia y el terrorismo. HCoincide estos días la publicación en castellano de dos opúsculos de autores franceses que, además de su procedencia y brevedad, tienen otro nexo en común: una decidida llamada a la sociedad a no ser conformista con los recortes sociales que los gobiernos han puesto en marcha. Sus títulos, recuerden: `¡Indignaos!¿ y `Manifiesto de economistas aterrados¿.