Conflicto territorial en Asia

Historia de una antipatía

Pekín y Tokio tienen una dependencia económica mutua, pero también una desconfianza muy difícil de superar La aportación china a Japón ha sido históricamente muy positiva

En cuentagotas 8 La policía antidisturbios vigila el consulado de Japón en Shanghái y solo deja entrar a 100 manifestantes a la vez, ayer.

En cuentagotas 8 La policía antidisturbios vigila el consulado de Japón en Shanghái y solo deja entrar a 100 manifestantes a la vez, ayer.

JORDI JUSTE

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La tensión de estos días entre China y Japón vuelve a poner sobre la mesa una historia de desencuentros. La manera más sencilla de resumir la milenaria historia de las relaciones entre China y Japón es recordar que China ha aportado muchas cosas positivas a Japón mientras que las aportaciones niponas a la historia china han sido menores y mayoritariamente negativas. O esta es, como mínimo, la interpretación contemporánea y popular del pasado en común de los dos países. No hay que olvidar que por algo el nombre de China significa, también en japonés, país del centro (Chugoku) y que Japón es solo el origen del sol, el país del sol naciente (Nihon). Esa centralidad china es geográfica y ha sido también cultural y económica durante la mayor parte de la historia.

Japón es un archipiélago y su historia se desarrolla a partir de la mayor de las cuatro islas principales, Honshu. Ahí llegan desde el continente los primeros pobladores de raza mongólica que desplazan hacia al norte a los anteriores habitantes. Los recién llegados del continente traen costumbres que luego desarrollan y trasnforman. La escritura, la religión o muchas costumbres culinarias llegarán a Japón desde China para convertirlo en algo distinto, japonés. Por eso los japoneses escriben con carácteres chinos, muchos de ellos profesan ramas chinas del budismo y comen gran cantidad de platos surgidos en China, pero la lengua japonesa tiene poco más que ver con la china que la grafía, la religiosidad japonesa no se entiende sin la aportación del sintoísmo, la religión autóctona, y prácticamente no hay plato chino que los japoneses no hayan transformado, según ellos para mejorarlo.

De la escritura al budismo

Las primeras referencias escritas a Japón se encuentran en China en el primer siglo de nuestra era. Hablan de la entrega de un sello por parte del emperador chino al representante de Wa -Japón- que se considera un reino vasallo. A partir de ahí se establece una relación donde el flujo es casi siempre de China hacia Japón. El archipiélago adopta importantes aspectos culturales que le llegan del continente, entre ellos la escritura antes hacia el siglo V o el budismo a partir del siglo VII. Además, no dejará de mandar estudiantes al continente que volverán con el hatillo repleto de ciencia, filosofía o literatura y tendrán una gran influencia en la vida cultural nipona.

La primera guerra en la que se ven involucradas China y Japón en bandos rivales se produce en el siglo VII en el contexto de las luchas por la supremacía en la península de Corea. Sin embargo, este conflicto parece un anécdota con la perspectiva de los siglos. A partir de entonces se establece una relación comercial y cultural fluida entre ambos países con algunos sustos importantes como los intentos de invasión de Japón desde el continente en el siglo XIII por parte de los mongoles. Trescientos años más tarde el intento de ocupación fue en sentido inverso, protagonizado por Toyotomi Hideyoshi, envalentonado por haber logrado la unificación de Japón.

Siguieron más de dos siglos de reclusión japonesa bajo el régimen feudal de los Tokugawa. Durante este período los intercambios con China fueron mínimos. Pero Japón se despertó de su letargo en 1868 con la Revolución Meiji y se encontró con una China que estaba siendo saqueada por las potencias occidentales. Los líderes nipones se ocuparon primero de asegurar que podían garantizar la independencia de su país; y cuando se sintieron fuertes se lanzaron a conquistar la parte de Asia que consideraban que les correspondía. Así llegó la anexión de Taiwán tras la primera guerra sinojaponesa de 1894, la ocupación de Manchuria en 1931 y la guerra de invasión total del país en 1937, tras el incidente de Mukden, del que ayer se conmemoró el 81º aniversario.

Japón logró subyugar gran parte de China a base de hacer correr mucha sangre, y China forjó su nacionalismo contemporáneo en la resistencia antijaponesa. Terminó la guerra con una enorme herida abierta entre los dos países. En los años 70, las conveniencias estratégicas de Pekín y Tokio, provocadas por la guerra fría, hicieron posible el restablecimiento de relaciones y el inicio de una época de colaboración económica. Sin embargo, nunca se ha producido una reconciliación verdadera. Japón y China tienen una fuerte dependencia económica mutua, pero también una desconfianza muy difícil de superar.