COMPLICADA TRANSICIÓN EN TRÍPOLI
La división en Libia dispara los temores de una guerra civil
Nada más producirse la caída de Trípoli en manos de las tropas rebeldes el pasado agosto, comenzó la pugna por el poder entre las milicias, las tribus y los miembros del Gobierno provisional. Las fricciones sobre el reparto de funciones en el futuro Ejecutivo de transición han ido aumentando en los últimos meses y ayer pasaron a un primer plano. Mustafa Abdeljalil, el presidente del Consejo Nacional de Transición (CNT), amenazó con utilizar la fuerza para mantener la unidad de Libia. «Estamos preparados para comenzar un diálogo sin marginar a nadie ni traicionar a nadie, pero Libia es y será siempre una unidad indivisible, aunque sea por la fuerza», manifestó Abdeljalil durante una conferencia que impartió en Misrata sobre la reconciliación nacional.
Esta dura advertencia en mitad de un frágil proceso de transición se produce un día después de que más de 3.000 líderes tribales y políticos anunciaran desde Bengasi -el corazón de la Revolución y principal ciudad al este del país- la creación de una región federal unionista. Esta asamblea, que defendió un autogobierno para la ciudad de Bengasi, busca un modelo de Estado federal como el que se implantó en Libia recién independiente bajo el rey Idris, con tres regiones: Cirenaica (este); Tripolitania (oeste) y Fezzan (sur). Aunque la asamblea en ningún momento aludió a la independencia de la Cirenaica y se refirió al CNT como «símbolo de la unidad y fuerza legítima en la comunidad internacional», los representantes del Gobierno provisional consideraron el anuncio de Bengasi como un atentado a la cohesión y unidad del país.
ACABAR CON EL TRIBALISMO / «Precisamente lo que necesitamos ahora es acabar con el tribalismo porque ha sido la imagen que Gadafi y su hijo han querido proyectar al exterior», manifestó a este diario Mohamed Mesmarri, exrebelde. Este joven procedente de Bengasi se lamenta de que, tras el derrumbamiento del régimen, aún no se haya logrado la estabilidad. Los habitantes de la Cirenaica agitan los fantasmas del gadafismo y temen que los ingresos del petróleo que genera esta zona no vayan destinados al desarrollo de las infraestructuras y los servicios básicos. El excoronel benefició principalmente a Trípoli, la capital, y a Sirte, su ciudad natal. El país atraviesa una delicada situación de inseguridad, y no se ha instaurado aún un mando unificado policial y militar.
Las milicias controlan la mayor parte de las ciudades y rechazan abandonar las armas mientras no se formen partidos políticos sólidos y el nuevo Gobierno sea elegido democráticamente en unos comicios previstos para junio. La celebración de las elecciones legislativas constituye un primer paso.
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