RETRATO DEL DICTADOR LIBIO

Los últimos días del coronel

Muamar Gadafi ha fracasado en su intento de aplastar la revuelta a pesar de que recurrió a la maquinaria de terror que le ha mantenido en el poder durante más de cuatro décadas. Sus bravuconadas y su crueldad dejaron de surtir efecto

Muamar Gadafi, durante un acto oficial en Trípoli, en junio del 2010.

Muamar Gadafi, durante un acto oficial en Trípoli, en junio del 2010. / aa

BEATRIZ MESA / Rabat

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El líder supremo de la vieja revolución libia de 1969 dijo que moriría como un mártir en su país, y al final ha acabado derramando su sangre. Durante los últimos ocho meses de una guerra civil que había comenzado siendo una revolución pacífica en aras de la libertad, se ha visto aMuamar Gadafi en cada una de sus facetas --despótico, cruel, extemporáneo y excéntrico-- hasta acabar en manos de losinsurgentes. Este periodo resume sus cuatro décadas de poder absoluto enLibia. Si no hubiera sido por la intervención de la aviación de la OTAN y el bloqueo aéreo, el Ejército del tirano hubiera bombardeado a su gente hasta aplastar a la última voz opositora a su sistema.

Cuando mandó abrir fuego contra las familias sublevadas, ordenó detener y torturar a jóvenes que con las manos levantadas clamaban por la democracia y sacó a la calle sin ningún escrúpulo sus carros de combate para arrasar edificios y civiles. El viejo coronel delLibro Verde enseñaba su verdadera cara, la que ni siquiera sus opacas lentes de sol podían ocultar.

Megalomanía y horror

Siempre al resguardo de una jaima (tienda de campaña), cobarde y estrafalario, bajo su peculiar atrezo y sus bandazos ideológicos --anticolonial y panarabista primero,amigo de Occidente después-- no había sino un dictador malvado que llegó al poder tras un golpe de Estado y que solo gracias a cuatro largas décadas de horror ha podido convertirse en el puño de hierro más longevo del mundo árabe. Un largo invierno de megalomanía y terror contra toda forma de oposición ha marcado su reinado tenebroso, sustentado en el miedo de la gente y el uso en beneficio propio de los abundantes recursos naturales del país y de su compleja estructura tribal.

Así ha sido y así ha intentado que fuera hasta el final. Tras el estallido de larevolución,Gadafi recurrió a la televisión pública para sus apariciones, siempre en el marco de las ruinas de su residencia presidencial, bombardeada por EEUU en 1986 y nunca reconstruida. Sacaba pecho y músculo y, protegido por su guardia de élite, pedía acabar con la vida de los rebeldes, a los que calificaba de "ratas". El tirano se retroalimentaba con sus bravuconadas, a cual peor, sin ser consciente de que se trataba del inicio de su lenta y progresiva agonía.

Mientras pronosticaba malos augurios para los jóvenes que se atrevieron a salir a la calle reclamando justicia y libertad, se producía un incesante goteo de deserciones de generales, cargos políticos y diplomáticos. Mientras seguía enviando a sus mercenarios a disparar contra su propio pueblo, más líderes internacionales le dejaban en la estacada y lo condenaban al desahucio.

Capturado en Sirte

Ni siquiera sus más allegados soportaban las lacerantes amenazas del coronel, que engrasó toda una maquinaria de horror para retener el control del país, ciudad por ciudad, calle por calle, y tratar de salvar su régimen. Pero lejos de surtir efecto, con ello generaba un desprecio que ha ido socavando poco a poco su autoridad entre el sector de la sociedad libia que aún lo apoyaba.

Los últimos días deGadafi han mostrado una imagen declinante: de hecho, ha pasado de aparecer en la televisión pública, sentado junto a sus hombres fuertes, jugando al ajedrez o dentro de un coche bajo un paraguas, a simple y llanamente desaparecer de las pantalla. En las últimas semanas de la insurrección, solo se sabía de su existencia mediante unas grabaciones de voz casi inaudibles. El coronel se mantenía desafiante, pero se marchitaba. Y ahora, sin apoyo internacional y con varios de sus hijos bajo arresto revolucionario, los insurgentes han acabado por capturarlo enSirte.