El fin del régimen libio

El hijo del tirano reaparece para asegurar que «la lucha continúa»

BEATRIZ MESA
RABAT

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«Fue el final del Ramadán más feliz y el día más feliz de toda mi vida», manifestó Hatem Gureich, comerciante de 31 años. La pascua musulmana fue celebrada por en la vieja plaza Verde, ahora rebautizada como plaza de los Mártires, por centenares de libios. La bandera tricolor apareció pintada en forma de escudo en los rostros de niños, mujeres y rebeldes.

La alegría de la población contrastaba con la nueva declaración desafiante del hijo de Gadafi, Saïf al Islam. En un mensaje grabado, el heredero del tirano aseguró que se encuentra en Trípoli, que en Sirte dispone de más de 20.000 jóvenes dispuestos a la lucha y desafió a sus seguidores a «aplastar a las ratas en cada esquina. La resistencia continúa. La victoria está cerca», manifestó en un mensaje que parecía más desesperado y de autonegación que nunca a la vista de la situación en el país.

Saïf al Islam recordó a los libios con su reaparición de anoche y su lenguaje belicoso que la guerra contra Gadafi no se ha terminado aún. El hijo que mejor ha asumido las esencias crueles de su padre afirmó que ahora es él el intermediario oficial para cualquier negociación con los líderes rebeldes.

ATACAR AL ENEMIGO / De hecho, indicó que se puso en contacto con los dirigentes de la revolución «para evitar un baño de sangre. Aceptamos que ellos representan a un partido legal, pero no se puede olvidar que nosotros somos el Gobierno legítimo y una parte de la negociación».

En cualquier caso, se sobreentiende que la respuesta de los rebeldes no le agradó, porque enseguida recuperó el tono áspero que caracteriza sus intervenciones públicas. «Cuando vean a un enemigo, atáquenlo», instó a sus seguidores. Saïf al Islam informó, asimismo, de que su padre se encuentra bien. No dijo si se hallaba también en Trípoli. «El comandante está en forma», aseguró.

Otro hijo de Gadafi, Saadi, exfutbolista y exempresario, contactó también con los rebeldes, pero con un tono muy distinto. Preguntó si estaba a tiempo de rendirse y unirse a la revolución.

Una revolución que militarmente se centra ahora en Sirte, donde aún quedan focos de defensa gadafistas. Contra ellos se prepara el próximo asalto. Lo harán sin los cascos azules de la ONU. El organismo internacional planeaba estos días su papel en el país una vez concluyera la crisis y pretendía desplegar una misión de cascos azules para colaborar con las autoridades en el proceso de cambio.

Sin embargo, el presidente del CNT, Mustafa Abdel Jalil, mostró su rechazo a tal iniciativa para evitar que la presencia extranjera pudiera herir la sensibilidad de un sector de la población en la que caló el mensaje del exdictador cuando pidió a su pueblo que «luchara contra los infieles y contra los extranjeros que pretender expoliar el petróleo libio e intentar borrar el islam de las tierras musulmanas».

DINERO EN METÁLICO / El CNT, en cambio, sigue saludando las nuevas embestidas de la OTAN contra las posiciones militares de los leales al régimen. Y, por supuesto, acepta el dinero libio hasta ahora bloqueado en el extranjero.

Precisamente, el CNT recibió ayer una partida de unos 1.200 millones de euros en metálico que la Fuerza Aérea británicas (RAF) trasladó a Libia para pagar a funcionarios, llenar los bancos y los cajeros automáticos. La RAF planeaba entregar el dinero a los líderes del Consejo Nacional de Transición en Bengasi.

Ayer se supo también que el ministro de Exteriores de Gadafi, Abdelati Obeidi, fue arrestado en una granja cercana a Trípoli. Las fuerzas rebeldes gritaron «Dios es grande» mientras arrestaban a un hombre fuerte del anterior régimen.