Conflicto en el Cuerno de África

«Soy un 'refugee-man»

Bebé sin nacionalidad 8La somalí Rahmo con su hijo Ahmed.

Bebé sin nacionalidad 8La somalí Rahmo con su hijo Ahmed.

J. B.
DADAAB

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Ahmed duerme impasible dentro de una pequeña mosquitera. Su madre, Rahmo, le despierta para darle el pecho y él demuestra tener un instinto desarrollado. Y mucho hambre. Tiene cinco días y aunque no ha salido de la maternidad de Dagahaley, ya es refugiado. Rahmo fue de las primeras en llegar a Dadaab tras estallar la guerra en Somalia. Entonces tenía seis años y, aunque ha pasado casi toda la vida en el campo, se siente«medio refugiada, medio somalí».Pero para su hijo Ahmed defiende resignada un único pasaporte lógico.«Él es de aquí, del campamento».

Solo en esta clínica, el año pasado 2.600 mujeres dieron a luz. Son bebés que no han vivido el éxodo de sus padres pero que son refugiados de nacimiento. Sin vuelta atrás.

La dura política de confinamiento del Gobierno keniano convierte en utopía cualquier posibilidad de que algún día los refugiados puedan integrarse. Pero tampoco en casos como los de Ahmed, de ser ciudadanos del país donde han nacido. La policía actúa con mano dura y multa o detiene a los que salen del campo.

Fuera de Dadaab

A pesar de todo, Rahmo mantiene la esperanza de un futuro fuera de Dadaab para Ahmed: «Lejos de aquí. En Nairobi o aun más allá si puede». Pero las autorizaciones para salir del campo son cada vez más restrictivas. Desde el 2007, solo a un 2% de los refugiados somalís en Kenia se les ha permitido salir de sus campamentos.

Con este escenario, realidades como las de Jamal son las más habituales. Como Ahmed, nació en Dadaab pero hace casi 20 años y nunca ha salido del campo. Ni un día. Parece un tipo importante. Muchos le conocen y los niños le obedecen. Vive en una de las zonas antiguas del asentamiento donde se intuye algo de urbanismo. Hay calles de arena, una escuela y un descampado con porterías donde el cadáver hinchado de una vaca se descompone bajo el sol. Jamal combina camiseta occidental, pareo africano y se da aires de superhéroe: «Soy un refugee-man».

Acepta su condición con ironía, pero como cualquier chaval de su edad tiene sueños. Los suyos pasan por América.«¿Conoces Internet?» pregunta antes de explicar de dónde ha sacado que EEUU es tan diferentes de Dadaab.«Por eso iré».