Los problemas del Estado

Maradona, el rey

En plena Navidad 8Un hombre vestido de Santa Claus pasa junto a basuras acumuladas en una calle de Nápoles.

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R.D.
NÁPOLES

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«¿Sabe por qué elegimos a Maradona rey de Nápoles?». Salvatore Lanza, secretario de una asociación de neoborbónicos, explica que el «pibe de oro» permitió que el Nápoles venciera a la Juve de Turín (Piamonte), capital del reino que en 1861 conquistó al de las Dos Sicilias para Italia.

Virman Cusenza observa la ciudad desde el segundo piso de la sede del diario local Il Mattino, del que es director. Dice que tres años atrás Berlusconi «contuvo el problema de las basuras, pero no lo resolvió». «Daos prisa», reza la primera página de una vieja edición del diario, colgada en la pared de su despacho.

El paro entre los jóvenes de la ciudad supera el 20% y en estos días la Camorra pone bombas en las iglesias porque no pagan el peaje mafioso. «La basura no es un problema técnico, sino político, una lección al norte de este sur contaminado y sufriente», apunta el historiador Luigi Mascilli Migliorini.

Reciclar en vano

Cusenza ilustra que «la burguesía está ausente», como lo estaba en 1799 cuando un grupo de intelectuales no consiguió contagiarle la «revolución popular partenopea». «La burguesía permanece inmóvil y los plebeyos están inquietos», machacan la mayoría de los intelectuales napolitanos, que en sus casas practican la selección de basuras. Pero cuando la sacan, la tienen que volver a mezclar «porque no hay contenedores específicos para cada tipo de residuos».

«Si uno nace en Milán sabe qué será o hará, en Nápoles no», subraya el profesor de historia económica, Giggi De Matteo, según el cual «Nápoles es una ciudad envidiable desde un punto de vista social, porque es interclasista», aunque sufra el handicap de ser una excapital que «no ha encontrado otra identidad». «La patología más abundante en la ciudad es el vacío, la falta de referentes», diagnostica la psiquiatra Rossana Calvano.

Nicola Ostuni, desencantado historiador de economía, se muestra escéptico sobre la creatividad napolitana, mientras otros insisten en que precisamente «la fantasía de sus habitantes la salvará». «Nápoles no tiene una identidad económica, por tanto no existe», zanja De Matteo.

El filósofo Sebastiano Maffettone puntualiza que «la basura es una metáfora de una Italia invertebrada», en la que, añade, «ya no basta su recogida sino que necesita una reconstrucción de su ética pública».