Cartas diplomáticas

Galileo, el astrónomo ciego

Josep Borrell

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Beethoven era sordo. El músico genial no podía oír su música y los sonidos debían de habitar en su cerebro. Y Galileo, el primero en asomarse a la inmensidad del Universo, acabó ciego de tanto pegar sus ojos al telescopio.

El astrónomo ciego murió en su villa Il Joiello, situada en el pequeño pueblo de Arcetri, donde cumplía cadena perpetua, condenado por el Santo Oficio por haber desbaratado la creencia teológica de que la Tierra debía ser el centro de todos los movimientos que se producían en la bóveda celeste.

Aunque está a pocos kilómetros de Florencia, en Arcetri el tiempo parece haberse parado desde la muerte de Galileo en 1642. Sigue en pie el convento donde había ingresado como novicia su hija preferida, María Celeste. La villa Il Joiello ha sido restaurada y su interior rezuma la historia de aquella época donde la fe imponía su ley sobre las pruebas con las que hombres como Galileo hacían avanzar la ciencia.

Hoy nos cuesta imaginar el empecinamiento de la Iglesia en mantener una cosmología basada en la tradición aristotélica y supuestamente acorde con las Escrituras. Galileo escapó a la hoguera porque aceptó retractarse, aun murmurando por lo bajinis e pur si muove... Otros mantuvieron con más firmeza sus creencias o tuvieron menos suerte y acabaron quemados víctimas de la obtusa intransigencia religiosa.

En Arcetri hay que leer el texto del acta en el que Galileo se retracta de las tesis copernicanas. Y el de la Inquisición condenando su obra sobre el movimiento de los astros, que sería después la base de la mecánica newtoniana.

Cráteres y montañas

Galileo fue el primero en dar utilidad científica al anteojo y lo convierte en el telescopio. A su través ve los cráteres y las montañas de la Luna, pero debe doblegarse ante la concepción aristotélica de la perfección de los cuerpos celestes que exige que sean perfectamente esféricos. Él ve las manchas solares, y los satélites de Júpiter y las fases de Venus, pero nada de eso era posible porque no era acorde con las Escrituras...

Ante el fuego de la hoguera, pocos se atrevieron a cuestionar ese orden. En una exposición sobre Caravaggio, me hicieron observar cómo en un cuadro la línea del horizonte aparece como es; es decir, ligeramente curva, reflejando que la Tierra no es plana. Ese cuadro representaba un serio riesgo para el pintor, pero Caravaggio era lo bastante inconformista como para permitirse esta y otras transgresiones.

Galileo llegó a la astronomía desde las matemáticas. Construyó unas tablas con los movimientos de los cuatro satélites de Júpiter para calcular las longitudes en alta mar, una especie de GPS de la época, que intentó vender sin éxito a las marinas españolas y holandesas.

Leyes del cosmos

Al final, ya ciego, les pedía a sus discípulos que le acompañaban en el encierro, entre ellos Torricelli, el mismo que inventó cómo medir la presión atmosférica como nos explicaban nuestros libros de bachillerato, que le contaran lo que veían por el telescopio para seguir intentando comprender las leyes del cosmos.

Hoy, en Arcetri, un centro de interpretación astronómica explica la inmensidad del universo y su espectacular y permanente transformación. Un homenaje al astrónomo que perdió la vista entreabriendo la puerta del infinito.