Las opiniones

Torturar por humanidad y guerrear sin quererlo

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REYES MATE

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George W. Bush, expresidente de EEUU, ha sido uno de esos políticos a los que, para tratarle con el respeto debido, había que tener presente la institución que representaba. En sus memorias, sin embargo,Bushse empeña en demostrar que esa consideración no ha lugar porque le sobran argumentos para encabezar, en la revistaForeign Policy, la lista de los políticos más inconsecuentes e inconscientes.

Por un lado, su desconocimiento de los códigos morales en política. Dice, en efecto, que «usar las torturas salvó vidas. Mi trabajo era proteger Estados Unidos y lo hice». Y como intuye que recurrir a la tortura está mal, explica a modo de justificación que «el abogado le dijo que eso era legal». Aunque fuera legal es inmoral y la tortura es un ataque a los derechos humanos que no admite justificación alguna. Cuando la tortura toma la forma de Guantánamo, no hay abogado que lo salve. Le debería sonar que en Occidente, además de las prohibiciones contenidas en las tablas de la ley, es un hecho adquirido que el fin no justifica los medios.

Por otro lado, el desconcierto que siembra al escribir «yo era una de esas voces disidentes. No quería usar la fuerza. Quería dar una oportunidad a la diplomacia». No era partidario de la guerra, pero la hizo en contra de la decisión de la ONU. ¿ Cómo se explica? El argumento de la creencia en las armas de destrucción masiva, no vale, porque al darse cuenta de que no las había, hubiera podido parar la guerra o, al menos, pedir responsabilidades, pero allí siguieron el dúo belicistaCheneyyRumsfeld.Y siguieron porque todas las informaciones dicen que las causas de la guerra eran otras, a saber, el dinero y el poder.

Sin causa moral que justificara la guerra y al descubierto las verdaderas razones inconfesables, podría esperarse queBushreconociera el error y pidiera perdón a su pueblo, al que había engañado con motivos inexistentes, causando en las filas propias y en las del enemigo un sinfín de daños y sufrimientos. Pero este señor se pone flamenco y dice que no porque «el mundo es hoy mejor que con Sadam Husein». Se debe referir a los 100.000 iraquís muertos desde la invasión dictada por el trío de las Azores y al incremento exponencial de la inseguridad en el mundo entero desde entonces.

El juicio de la historia

No le importa el juicio de sus críticos porque también él, como en su díaFrancooHit-ler,confía en el juicio de la historia. Convertir la historia en el Tribunal Supremo de los desmanes de sus protagonistas es un truco ideado por la filosofía de la historia para hacer invisibles a las víctimas sobre las que se han construido sushazañas. Pero desde que las víctimas han dejado de ser esas «florecillas pisoteadas al borde del camino», que decíaHegel,y se han hecho visibles, eso ya no funciona. Son ellas las que le están juzgando y, al paso que vamos, todo hace pensar que tarde o temprano le pedirán cuentas a través de algún tribunal internacional que se sienta competente. Estas memorias, escritas para exculparse, serán una importante pieza de acusación.