Cartas diplomáticas

Una lanza por Obama

inocencio F. Arias

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Si no hubiera programado estos días un viaje por Asia, Obama habría tenido que inventarlo para recuperar la moral después de la tunda en las elecciones y mostrar a sus compatriotas su lado de estadista, que puede reforzar su imagen.

Ante el histórico batacazo demócrata, hay quien afirma que Obama está noqueado sin remedio. La conclusión es temeraria. Hay precedentes importantes de presidentes (Reagan, Clinton) que tras un revolcón similar tomaron la iniciativa, fueron cómodamente reelegidos -Reagan, por mayoría aplastante- y acabaron su segundo mandato con éxito. Obama, además, tiene una aceptación mayor (45,7%) que la de esos predecesores en fechas parecidas y sigue siendo con diferencia la figura política más popular de EEUU. De aquí a las elecciones todo puede cambiar -dos años es una eternidad en política-, pero hoy por hoy los republicanos conocidos, Sarah Palin, etc., no son rivales para él.

Sus enemigos han deslizado varias afirmaciones sobre el presidente, desde que no nació en EEUU, lo que le privaría de legitimidad constitucional (el 23% de los estadounidenses lo creen), hasta que es musulmán, algo oprobioso en aquel país, pasando por que es el presidente peor preparado de la historia o el más izquierdista de todos. En esta vena, un republicano, Pat Toomey, remacha: «Tenemos el Gobierno más progresista [¡horror!] de la historia, que nos quiere transformar en un Estado de bienestar a la europea, y eso es inquietante para los americanos». Toomey ha sido elegido senador, lo que prueba que el discurso político de EEUU no coincide exactamente con el nuestro, pero que se acuse a Obama de comunista o socialista furibundo causa perplejidad.

El presidente ha gobernado más en el centro de lo que anunciaba el programa con el que ganó en el 2008. Renunció a aspectos importantes de su reforma sanitaria y rescató a numerosas corporaciones bancarias, automovilísticas, etc., como Chrysler y General Motors, que estaban en peligrosos números rojos y ahora ganan dinero. La situación de la bolsa es aleccionadora. Con Bush había caído en picado. Sin embargo, una persona que hubiera invertido 10.000 dólares en valores cotizados en el Nasdaq el día de la llegada de Obama al poder vería que su papel vale ahora más de 17.000.

Datos que no concuerdan exactamente con la imagen de unrojo. Timothy Egan, columnista deThe New York Times,titulaba recientementeDe cómo Obama salvó al capitalismo y salió herido de la empresa.

Todas estas medidas no han llegado al ciudadano medio, que no vislumbra la luz al final del túnel. El 63% de los votantes del martes afirman que la situación económica es su mayor preocupación; no la reforma sanitaria ni la migratoria, ni un Gobierno con grandes tentáculos.

Los republicanos, mayoría en la Cámara baja, ya tienen una responsabilidad en el Gobierno. Pueden, creyendo tal vez ilusamente que han triunfado con su programa, torpedear sistemáticamente al presidente. En 1994 les salió mal. Clinton supo poner en evidencia su obstrucción sistemática. Obama puede haber aprendido la lección.

Para su viaje a Oriente -¿cuándo vendrá aquí?- ya ha extraído conclusiones. De fondo, ha declarado que en la India, jugoso mercado emergente de 1.100 millones de personas, habrá resultados que aumentarán el empleo en EEUU; y de forma, ni visitará en Indonesia, país musulmán, la escuela que frecuentó ni se pondrá un turbante sigh en un templo indio. Sus enemigos acechan.