Elecciones legislativas

"Es la economía, estúpido"

Ciudadanos de Nueva York depositan su voto en un colegio electoral situado en una escuela de Harlem, ayer.

Ciudadanos de Nueva York depositan su voto en un colegio electoral situado en una escuela de Harlem, ayer.

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

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Lo que hace 18 años fue cara hoy es cruz, y viceversa. En 1992, cuando los republicanos tenían el poder, la campaña demócrata ideó el ya famoso «es la economía, estúpido» para denunciar las políticas conservadoras en un país que salía muy lentamente de una recesión, una estrategia que ayudó a Bill Clinton a llegar a la Casa Blanca. La frase resucita hoy, cuando la crisis es aún más grave y la recuperación más lenta; el latiguillo, esta vez, azota a los demócratas.

Encuesta tras encuesta han confirmado que nada está ni siquiera cerca de preocupar tanto a los estadounidenses como la situación económica. Y aunque en las listas de temas que han influido a la hora de votar aparecen asuntos con implicaciones económicas como la inmigración, la reforma del sistema sanitario o las guerras, son minorías pírricas quienes colocan esos asuntos como sus prioridades. La economía manda y su mal estado castiga al partido en el poder, aunque no estuviera en él cuando la crisis se originó.

CÁLCULOS / Oficialmente la recesión en EEUU acabó el año pasado, pero son cálculos de expertos que no entienden los 15 millones de parados, 22 millones si se cuenta a quienes han tirado ya la toalla en la búsqueda de empleo y a quienes tienen que contentarse con un trabajo a tiempo parcial.

No entienden tampoco de análisis esperanzadores los millones de personas que han perdido su vivienda tras el estallido de la burbuja hipotecaria que estuvo en la raíz de la crisis mundial. Solo en septiembre, más de 100.000 propietarios estadounidenses tuvieron que devolver sus viviendas a bancos y, en total, ese mes, 347.000 fueron embargadas, subastadas o recibieron las notificaciones con que empieza el proceso de ejecución de la hipoteca.

RECUPERACIÓN / Los expertos hablan de una recuperación lenta, pero recuperación al fin y al cabo, y se apoyan en datos como los del último trimestre, cuando el PIB creció un 2%. Apuntan también a la mejora en algunos medidores como el consumo, el inicio de la construcción de viviendas o el crecimiento del sector manufacturero, que mejoraron en septiembre. Pero el problema es que sigue habiendo índices que empeoran, y son clave: ese mismo mes bajaron por ejemplo los ingresos personales, la confianza del consumidor, las ventas de automóviles... La gente tiene menos dinero, hay menos empleo y las pequeñas y medianas empresas no parecen dispuestas a reactivar la contratación hasta que la economía dé más señales de recuperación y estabilidad.

El problema añadido es que, a la hora de intentar adoptar medidas para reactivar la economía, la Administración y el Congreso luchan contra realidades, percepciones y batallas políticas. El déficit calculado por el propio Gobierno para el año fiscal 2010 es de 1,1 billones de euros. Por más que Obama haya creado una comisión bipartidista para intentar reducirlo para el 2015, dar cualquier paso será complicado. Habría que recortar ventajas fiscales y reducir el gasto en los programas de salud y la seguridad social (que representan la mitad del presupuesto federal)... Era ya difícil hacerlo con la mayoría en el Congreso. A partir de hoy puede ser, simplemente, imposible.