CArta DE UN DIPLOMÁTICO

El cáncer de verdad se llama Pakistán

INoCeNCIO F. Arias

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La frase lapidaria de nuestro titular es atribuida al presidente Obama en una de las discusiones sobre Afganistán mantenidas con sus asesores y que han sido reveladas por el bien informado periodista Woodward. En EEUU, las elecciones parciales del próximo día 2 acaparan la atención de los medios desplazando a los asuntos exteriores, aunque ayer se coló en primera la atribución del Nobel de la Paz a un disidente chino y hay quien sostiene recriminatoriamente que el acoso de los dirigentes chinos a los que discrepan políticamente fue alentado por el inhibicionismo sobre el tema que mostró Hillary Clinton en su primera vista a Pekín. Sin embargo, la cuestión del empantanamiento en la guerra de Afganistán comienza a ensombrecer el diseño internacional de Obama y aflorará con fuerza en cuanto pase la cita electoral de noviembre.

Que la guerra de Afganistán se encuentre en tablas, a pesar del ingente esfuerzo de EEUU y en menor medida de sus aliados -este año han muerto 562 soldados de la coalición- obedece ciertamente a la tenacidad y las tácticas de los talibanes, pero hay un convencimiento generalizado de que estos islamistas acabarían tirando la toalla si no tuvieran dos factores capitales a su favor: la actitud ambigua de Pakistán y la corrupción del Gobierno afgano.

Que el Gobierno de Karzai es corrupto es ya casi un dogma. El presidente ha bloqueado varias investigaciones internacionales que pretendían constatar si es cierto que incluso dos hermanastros de Karzai, entre otros capitostes, están involucrados en tráfico de drogas, blanqueo de dinero, sobornos etc.The Washington Post, en la pluma de David Ignatius, se preguntaba hace poco cuánto tiempo podría Obama apoyar a Karzai, explicando que hay ya provincias importantes, como Kandahar y Helmand, en que un 70% de la población cree que los funcionarios locales están mezclados en el tráfico de drogas. El articulista concluye que Karzai razona que el resultado de la guerra está tan en la balanza que los americanos tienen que cerrar los ojos a la corrupción para no poner en peligro cosas más importantes.

En cuanto a Pakistán, básico en el esfuerzo bélico por su amplia frontera con Afganistán, las dudas manifestadas hace meses por el vicepresidente Biden parecen haberse extendido a buena parte de la cúpula de Washinton. Pakistán va de proporcionar información vital para que los aviones sin piloto estadounidenses,los abejorros, puedan golpear a talibanes o terroristas, hasta ocultar datos y, según varios informes secretos de EEUU, proporcionar cobertura o fondos a destacados talibanes. Esta ambiguedad empieza a exasperar a Obama y su equipo, que temen desestabilizar más aún a un crónico aliado, que posee el arma nuclear.

La eficacia de la guerra empieza a ser cuestionada. ElAfghanistan Study Group, integrado por 46 expertos de política exterior, ha publicado un informe afirmando que es cuestionable que la seguridad de EEUU dependa de derrotar a los talibanes y que la construcción de un Gobierno fuerte y estable en Kabul escapa a las posibilidades de EEUU. De ahí que llegar a un acuerdo con los talibanes sea ya una opción. Tanto Karzai como Washington parecen estar negociando con ellos. Los insurgentes, a pesar de sus golpes de mano espectaculares, empiezan a sentir la efectividad de losabejorros. Los estadounidenses ven que la guerra, de incierto resultado, está costando 100.000 millones de dólares al año y bastantes vidas. Obama quiere negociar.