PROCESO ELECTORAL EN EEUU

El auge de los ultras del Tea Party agrieta el Partido Republicano

La aspirante al Senado Christine O'Donnell, triunfadora en las primarias conservadoras de Delaware, ayer.

La aspirante al Senado Christine O'Donnell, triunfadora en las primarias conservadoras de Delaware, ayer.

IDOYA NOAIN / Nueva York

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La máxima de divide y vencerás está dando resultados por ahora excepcionales al Tea Party, el movimiento ultraconservador que hace poco más de un año irrumpió en el panorama político y social de Estados Unidos. La corriente a la que ha asociado su nombre la excandidata vicepresidencial Sarah Palin dio su último golpe a políticos asentados el martes con varias victorias en las primarias para las elecciones del 2 de noviembre. Y el triunfo, que en una mirada superficial podría interpretarse como un avance de la ola conservadora que puede ahogar la mayoría demócrata en las dos cámaras del Congreso, representa una amenaza para el Partido Republicano y mayor de lo que sus líderes habían anticipado.

Lo reconocía el martes Karl Rove, el estratega que en sus ocho años en la Casa Blanca de George Bush se ganó apodos como el arquitecto. Una vez que se confirmó que Christine O'Donnell, la candidata apoyada por el Tea Party en Delaware, se había impuesto en las primarias republicanas al candidato apoyado por el partido, un hombre con cuatro décadas de victorias electorales a sus espaldas y muchas más posibilidades de ganar al candidato demócrata para el escaño en el Senado que ocupó el ahora vicepresidente Joe Biden, Rove decretó: «Esta es una carrera que no podemos ganar».

La victoria de O'Donnell es solo el último revés (aunque quizá el mayor) para los republicanos, que en los últimos meses han visto caer en primarias ya a ocho de los candidatos respaldados por el comité del partido que organiza la campaña para el Senado.

DESCONTENTO EN LAS BASES / Y lo que en un principio los líderes vieron como un movimiento favorable que podría inyectar energía en los votantes e impulsar una vuelta del dominio de los valores conservadores, ahora se confirma como otro rival, muestra de una terrible lucha intestina en un partido a la deriva.

«Nadie está a cargo. No hay una persona, ni una entidad, ni un tema unitario. Es natural que nuestro partido esté en la jungla, buscando el camino, y es natural que haya sangre en el proceso entre conservadores y conservadores extremos», reconocía el republicano John Weaver, aludiendo al precio que el Partido Republicano está pagando por el descontento que generó en bases conservadoras con sus escándalos y actuaciones mientras estuvo en el poder.

Son los demócratas los que pueden ver en el triunfo del Tea Party un soplo de esperanza ante los comicios, en los que aparte de cargos locales y estatales están en juego todos los escaños en la Cámara de Representantes y un tercio del Senado.

CONTRA LA MASTURBACIÓN / Y aunque sea cierto que el hartazgo con el establisment se ha propagado por todo el país y pone en peligro la reelección de congresistas, y que la mala situación económica puede castigar más a la actual mayoría, sobre todo en la Cámara baja, está por ver si los decisivos votantes independientes estarán dispuestos a dar su voto a candidatos ultraconservadores.

«El hecho de que estos individuos (como O'Donnell) obtengan buenos resultados en el universo republicano no significa que vayan a tenerlos en un universo de elecciones generales», decía ayer el senador demócrata Charles Schummer, metiendo el dedo en la llaga del radicalismo que plaga a muchos candidatos del Tea Party. O'Donnell ha llegado, por ejemplo, incluso a hablar en contra de la masturbación.

Ajenos al debate, en el Tea Party por ahora se vive una euforia alimentada por el golpe del martes. O'Donnell, que recibió el apoyo de Palin, denostaba las críticas republicanas y, en una ronda de entrevistas televisivas, insistía en que los ataques se producen porque «tienen el orgullo herido y se lamen las heridas, puesto que sus llamados expertos han sido desacreditados».