alerta por la crisis humanitaria tras la CATÁSTROFE CAUSADA POR EL MONZÓN

Pakistán se queda solo

MONTSE MARTÍNEZ
BARCELONA

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occidente está de vacaciones, padece una grave crisis económica generalizada y Pakistán no despierta sus simpatías; es más, con frecuencia, la mirada occidental se dirige al país asiático –poseedor de armamento nuclear– de reojo, con desconfianza hacia un Gobierno con altos índices de corrupción, cuyos todopoderosos servicios secretos se escapan al control del Estado y arropan al terrorismo talibán. Además, visualmente, no tiene tanto impacto un terremoto, donde todo se viene abajo en pocos segundos, como una inundación progresiva, donde la tierra se anega poco a poco.

Son algunas de las claves, según múltiples expertos consultados por este diario, que confluyen a la hora de entender por qué el engranaje de la ayuda internacional se ha puesto en marcha tan lentamente en el caso de la peor catástrofe natural sufrida por Pakistán en los últimos 80 años –2.000 muertos, 20 millones de afectados, seis millones desin techoy una superficie de tierra bajo las aguas equivalente, según la ONU, a «Suiza, Austria y Bélgica juntas».

La catástrofe natural más próxima en el tiempo es el terremoto de Haití, el pasado 12 de enero, y la respuesta internacional fue no solo rápida sino contundente, inaudita, según coincidieron las principales oenegés internacionales. Un dato resulta revelador: si Pakistán recibió 45 millones de dólares los 10 primeros días después de la catástrofe –3,20 dólares por persona–, Haití recibió 742 millones –495 dólares por ciudadano.

Tuvo que viajar el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, el domingo pasado a Pakistán para, sobre el terreno, agitar a los actores internacionales con un lacónico «nunca he visto nada igual». La ONU ya aseguraba ayer que las necesidades humanitarias de Pakistán superan a las de Haití.

«DÉFICIT DE IMAGEN» / Pero el país, según la portavoz del departamento de coordinación de ayuda humanitaria de la ONU, Elisabeth Byrs, adolece de un «déficit de imagen» entre los países occidentales. El Unicef fue más lejos al asegurar que «esta emergencia es peor que la del tsunami, Haití y el último terremoto de Pakistán juntas». La visita tuvo sus consecuencias y, desde que ha empezado la semana, instituciones y oenegés, en cascada, han anunciado partidas económicas para el país asiático. Una de las más importantes es la del Banco Mundial, que ha comprometido 900 millones de dólares. España aportará un total de 3,6 millones de euros.

A riesgo de parecer frívolo es importante destacar que todos los expertos consultados han coincidido en destacar la importancia de que la catástrofe se haya producido en el mes de agosto para entender la lentitud de la respuesta. El codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, Francisco Rey, apunta que, al margen de la cuestión vacacional, hay que tener en cuenta cómo se ha producido el propio desastre.

«El carácter progresivo de las inundaciones hizo que las cifras de los daños también se transmitieran poco a poco», apuntó Rey, para añadir: «Tanto los gobiernos donantes como la opinión pública se vacunan cuando los desastres naturales son progresivos».

No hay que olvidar, según Rey, el tratamiento mediático, que reproduce más imágenes cuanto más impactantes son, y ejerce un poder de sensibilización excepcional. «En esta ocasión, las imágenes mostradas han sido menos que, por ejemplo, en Haití», considera.

El experto añade que el hecho de que Pakistán sea un país muy grande, complejo, con zonas de difícil acceso, ha hecho que recopilar la información fuera más difícil. Pero para Rey, otro de los aspectos fundamentales para entender la lentitud de respuesta es que «Pakistán genera una sensibilidad especial, los gobiernos se retraen porque tiene una imagen de país corrupto que alimenta a los talibanes». Jorge Jimeno, responsable de Relaciones Institucionales para Temas Humanitarios de Oxfam, considera que el hecho de que Pakistán sea un país musulmán con su particular problemática con el terrorismo islamista no ha influido en la lentitud de la reacción.

CRÍTICAS AL GOBIERNO / «Considero que ha podido influir más el hecho de que la actuación del Gobierno paquistaní en la gestión de la crisis se haya puesto en entredicho», señaló el técnico de Oxfam que, añadió, las consecutivas crisis humanitarias tienen al sistema de respuesta un poco «al límite».

Un punto compartido por el presidente de la Federació Catalana de ONG, Francesc Mateu: «La sensación de corrupción y mal Gobierno en Pakistán no ayuda a que la comunidad internacional confíe». «La prioridad de la comunidad internacional con Pakistán es la lucha contra el terrorismo y las sospechas de connivencia del Gobierno con grupos armados afganos condiciona la relación con el país».

Para Paqui Millán, técnica de proyectos en el ámbito de la cooperación, considera que tampoco se ha actuado mucho más lentamente que en otros casos, sobre todo teniendo en cuenta que el caos reina siempre durante los primeros días de una catástrofe y que Pakistán es un país muy grande con muchas zonas inaccesibles.