CRÓNICA DESDE paris

El regreso de la petanca con glamur

Bolas de petanca.

Bolas de petanca.

ELIANNE ROS / París

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¿Quién dijo que la petanca era cosa de jubilados y de campistas casposos? Este verano, en París, las viejas bolas de metal no solo han rejuvenecido, sino que se han puesto de moda. En los jardines de los Campos de Marte, los fines de semana es habitual ver a grupos de treintañeros reunidos a la fresca para compartir unapero-pétanque,unpicnica la francesa –es decir con mantel, copas, vino y quesos– que culmina con unas cuantas partidas improvisadas sobre la grava.

Este deporte nacional, en desuso entre los urbanitas de la capital, vuelve de la mano de la austeridad. Un deporte barato y sin pretensiones, para toda la familia e incluso compatible con la canícula. Acostumbrados al jugador prototipo de pastís, cigarrillosgitane, alpargatas y gorra marinero, resulta casi chocante ver a los jóvenesbobos(contracción de burgués bohemio), con sus bambas de marca y su panamá ladeado, lanzar elcochonnet(la pequeña bola roja de madera) a la arena.

La tendencia no le ha pasado por alto a la industria de la moda. Karl Lagerfeld ha decidido convertir la petanca en el colmo del esnobismo. El pasado mes de mayo, en Saint-Tropez, donde presentó su última colección, montó un torneo de vips con estrellas como Vanessa Paradis, Diane Kruger, Anna Mougladis o Karolina Kurkova que jugaron con gran estilo. Por supuesto, las bolas llevaban estampado el logo de Chanel. Esta marca de lujo comercializa un lote con maletita de piel por elmódicoprecio de 2.000 euros. Louis Vuitton la ofrece por 1.500.

Pero no son los únicos que han renovado el mercado de la petanca. Otras firmas más modestas, como Obut, han optado por modernizar las bolas con una superficie satinada y estampada con flores y motivos contemporáneos, al razonable precio de 35 euros, las tres piezas más elcochonnet(cerdito), llamado tambiénbouchon(tapón) ole petit(el pequeño). El negocio va viento en popa. Una prosperidad a la que ha contribuido activamente la películaCamping, taquillera comedia sobre los veraneantes de uno de estos establecimientos donde la inevitable petanca se convierte en algo entrañable.

El juego, que se remonta a la época de los griegos –aunque fue en 1907 cuando Jules Lenoir fijó las reglas actuales– ha llegado también a las nuevas tecnologías. Ya se han lanzado aplicaciones para el iPhone y el iPad. El último grito reproduce las condiciones reales de juego ajustándose a las reglas de la Federación Francesa de Petanca (375.000 afiliados). En internet florecen los sitios dedicados a esta actividad, desde los que ponen en contacto a los aficionados hasta los que impulsan una versión para practicar en el despacho, con bolas blandas.

Este inesperado renacimiento de la petanca representa un regreso a las raíces, a la esencia de la Fra

ncia provenzal de placeres sencillos. Imagen nostálgica que remite a la canción de Georges Brassens tituladaUna partida de petanca: «Cuando vuelve el buen tiempo/ en las plazas y los patios/ vemos bajo los plátanos/ más de un grupo dejarse llevar/ son los adeptos, los felices maníacos de la bola».